Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

El PRM, retos y amenazas

Avatar del Listín Diario
EDUARDO SANZ LOVATÓNSanto Domingo

El Partido Revolucionario Moderno (PRM) nace en el año 2015, fruto de una crisis en lo que era el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), situación esta que se presenta de cara a las elecciones generales del año 2012, principalmente entre Hipólito Mejía y Miguel Vargas. La parte judicial se desarrolló, y donde finalmente se decretó la división, fue en un Tribunal Superior Electoral cuyas decisiones muchos consideramos muy sesgadas a favor del sector del PRD que estaba y que terminó oficialmente aliado al Partido de la Liberación Dominicana (PLD). De ahí venimos. ¿Hacia dónde vamos?

Lo primero es que cualquier analista objetivo debe reconocerle grandes logros a los fundadores del PRM. Se logró encabezar una oposición para las elecciones del 2016, y esto se hizo sin que el Estado dominicano aportara cuantiosos recursos, como sí hizo con los demás partidos del sistema. En otras palabras, en un año y par de meses y sin dinero, el PRM logró lo inédito en la historia política dominicana, que fue colocarse como opción de poder y desplazar así a todos menos uno de los actores tradicionales del sistema de partidos. Justo es señalar también, que el único candidato presidencial participante de las elecciones generales del 2016 que surgió de una competencia abierta y democrática, fue Luis Abinader. Finalizada las elecciones, somos la segunda mayoría en el congreso y en los ayuntamientos, gobernando ciudades de la importancia de la capital, La Vega, San Francisco de Macorís, Puerto Plata, entre otras. La influencia del PRM se siente en los grandes debates nacionales como el Código Penal, Ley de Partidos Políticos, Reformas Tributarias, entre otras. Las denuncias del PRM son parte esencial del movimiento de protesta e indignación denominado Marcha Verde. Movimiento este que ha contado con el apoyo del principal partido de oposición. Del mismo modo, la reciente participación de dos de los ocho miembros del Consejo Nacional de la Magistratura se hizo con madurez y consecuencia.

Por todo lo anterior, es justo reconocer que tanto Hipólito Mejía, Luis Abinader, Andrés Bautista y Jesús Vázquez, como toda la dirección del PRM, tienen un acierto que la historia les deberá reconocer. Salvaron la cara de la oposición. Como miembro fundador de su más alto organismo, la Dirección Ejecutiva, puedo dar testimonio de los sacrificios, se enfrentó un gobierno todopoderoso, se trabajó con poco dinero y con poco acceso a los medios de comunicación. ¿Entonces qué nos queda celebrar? Es esta complacencia ante tantos logros lo que constituye para mí, nuestra principal amenaza. Esa satisfacción nos puede llevar a no entender la coyuntura que vive el país.

Todos los partidos políticos en República Dominicana y en gran parte de Latinoamérica están en procesos de inflexión. Nuestras falsas democracias no han resuelto las aspiraciones de nuestras poblaciones, y en medio de climas de gran corrupción que para colmo no es castigada, nuestra gente más informada y más comunicada ya acude a otros representantes para canalizar sus insatisfacciones. Los partidos mueren en RD, incluido el nuestro. La agenda intelectual del país es llevada cada vez más desde organizaciones de la sociedad civil que desde los partidos. Así la agenda reivindicativa, las luchas laborales y los grupos de presiones empresariales cada vez más actúan por medio de sus propios organismos. Todo esto deja cada vez más en el irrelevante papel de solo competir por votos en un clima de clientelismo y corrupción a los partidos. Sin darse cuenta, los partidos únicamente compiten por los privilegios del presupuesto nacional, pero cada vez gobiernan menos, determinan menos.

En ese clima es que debe verse el PRM. Pues no es mentira que adolece de más democracia, de más participación de las nuevas generaciones y de sectores que ven a los partidos con mucha ojeriza. Abrazar ese nuevo paradigma de la antipolítica, no se puede hacer con los mismos procesos de siempre. La dirección del PRM y sus candidatos a todos los niveles deben encontrar la manera de legitimarse con la sociedad en procesos abiertos, como bien hicieron Luis Abinader e Hipolito Mejía en la elección como candidato del primero. Además de la democracia interna que elija o confirme directivos en todos los niveles, debemos tener un vigoroso debate ideológico que nos sitúe con posiciones claras frente a los principales problemas nacionales. Y, finalmente, todo esto tiene que hacerse sin generar nuevas escisiones o disputas públicas. En conclusión, el PRM como toda la partidocracia tiene una enfermedad de muerte que solo tiene esperanza de cura con más democracia, más pensamiento y más unidad. ¿Vamos?

Tags relacionados