Santo Domingo 28°C/28°C few clouds

Suscribete

Urge terminar los hospitales

Vi la foto el domingo. Tempranito. El sol apenas inauguraba sus primeras iridiscencias.

En la imagen, ella, de pie, en torno a un escenario evocador del derrumbe. No era tanto de construcción, es decir de visión esperanzada sobre algo que se erige, aunque se diga que se erige para corregir los duros entuertos de una tradición aciaga.

En el encuadre, la ministra de salud. Mirando aquello. Quizás sufriéndolo. Muda como suele estar la gente en las fotos. Sin palabras y rodeada de una poderosa soledad. De pie ante el derrumbe. En medio de una cultura donde salud, más que servicio y atención, se ve y vende como hospitales. Construcción.

Me pregunto si los directores de los hospitales y los subsecretarios de Estado y directores generales de salud dormían cuando el calendario vestía las galas de un domingo 16 de un mes de julio en el que la presión nacional continuaba aumentando para asegurar que el gobierno llegará al próximo 16 de agosto empequeñecido y, más que eso, sin muchas puertas por donde salir hacia el futuro de la probable reelección que tantos temen; rebajado en su dignidad, probidad e idoneidad. Tempranamente descalificado. Desde el primer año de inicio de su segundo período. Para cerrar esa opción.

Trozos de concreto en el suelo muestra la foto. Un hospital hecho añicos. Una mujer en pie.

Si así está un hospital emblemático del país, el Materno-Infantil San Lorenzo de Los Mina, de alta importancia para la población a la que asiste y debe asistir, es normal que ese especialista en dudar, ese tejedor de la duda metódica acuñado por Descartes, y el de la otra duda que en medio del pensar activa la racionalidad, o el que el Profesor Bosch recomendó ejercer, derivado del acto y obrar en política y la administración pública, es normal, decimos, que se dude y más que dudar, que se rechace ese estado de cosas, que se lo defina como inaceptable. Salud es mucho más que hospitales y construcción.

Sí, se ha dicho y hay que repetirlo: fue demasiado agresiva la iniciativa de intervenir a la vez más de cincuenta hospitales y centros de salud del país.

Hay que priorizar la conclusión de algunos. Romper esa cultura política nacional que lleva las obras pasito a pasito por razones derivadas de la “real politic” y por la maña de hacer coincidir sus terminaciones con el final del mandato, para la coronación heroica, el clímax del guión del gobernar.

Si es así, se podrá entregar los hospitales, dejar poca posibilidad de inversión al gobierno 2020-2024 en el área. Pero, científicamente, ¿los hospitales son la salud? Lo importante es dejar gente más sana.

Como nadie lo ha informado, preguntamos: ¿están o no cargados los presupuestos de las obras al presupuesto del Servicio Nacional de Salud (SNS) y, por consiguiente, al de su estructura madre, el Ministerio de Salud Pública? ¿O proceden de la cuenta 1401?

Si están cargados a la cuenta del SNS a través del presupuesto general de Salud Pública podemos decir que el Programa Operativo Anual de Salud Pública está en riesgo. Que el prestigio institucional, sus objetivos y esfuerzos a favor de un mejor sistema de salud nacional en el cual la red hospitalaria es de vital importancia se pudieran estar torciendo. La salud de la gente es mucho más que hospitales.

Si los presupuestos de estas intervenciones se cargan a la cuenta 1401, se debe reconocer el esfuerzo del Presidente, su preocupación por la salud. Su sensibilidad. Aplaudirlo.

¿Convino el SNS en intervenir en solo un año más de cincuenta hospitales? ¿Tuvo la opción de escoger o se lo impusieron “desde arriba”? El diseño, ¿cumple sus necesidades y las normas?

La política pública de salud se esfuerza por ir por más, mejores, más accesibles y disponibles servicios de salud. ¿O se trata de hacerla pretexto para ordenar intervenciones y despachar contratas?

Provengan de donde provengan los fondos de estas intervenciones masivas, se debe solicitar óy lo solicitamosó al Presidente que, si considera que procede, instruya a sus subordinados del área a que prioricen la conclusión de los hospitales que reciben y asisten a mayor cantidad de lesionados, parturientas y enfermos. Que más inciden sobre los indicadores de salud.

La razón es simple: no hacerlo es atentar contra la vida de cientos de miles de ciudadanos pobres.

Más simple aún: no hacerlo es inducir a los menos favorecidos a realizar un gasto en salud que no pueden sustentar sin endeudarse, sin pasar a incrementar sus niveles pobreza, la pobreza nacional.

He aquí donde, de una foto, derivamos una importancia editorial, y la hacemos declaración pública.

Donde toda una política de Estado muestra su riesgo de caer bajo las nieblas de la duda.

Procede, pues, reforzar “la línea”. Decir No lo consiento. Consentirlo es auto-deslegitimarse.

En otras palabras, la errática decisión de intervenir más de 50 hospitales y centros de la red pública de salud a la vez se está constituyendo en uno de los focos, quizás el destacado, que más acredita a los niveles de ingobernabilidad que se registran en el sector salud. Peor aún: a la caída progresiva de una gobernanza que desdibuja perfiles mucho más allá de lo sectorial.

En entornos de gobernanza y gobernabilidad afectadas, los actores vinculantes, incluyendo los privados, enfrentan las decisiones oficiales. Las torpedean. Las obstruyen. No aceptan el rol regulador.

En ese escenario derivado de una fotografía y sus entuertos una mujer erige la indiscutible fortaleza de su dignidad. La recibimos como referencia. Pese a que a su alrededor todo se reduzca a pedregales.

Sabemos, sin embargo, que de sus cenizas renace el Ave Fénix y que el cuerpo del bien puede morir y ser enterrado bajo piedras y que, aún así, al tercer día resucitará.

Tags relacionados