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Error y locura

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

En el país hay un montón de cosas que no están bien; que están torcidas o dañadas desde hace tiempo, sin que sea por culpa exclusiva de un gobierno o de un partido político determinado. Hay muchas inacciones e irresponsabilidades acumuladas en el tiempo, lo que hace difícil que algún sector social o político pueda venderse como impoluto o atreverse a tirar la primera piedra. Y si es cierto que la sociedad en su conjunto debe sacudirse y encarar con urgencia los males ancestrales -y en crecimiento- que le afectan, no es correcto que alguien en particular señale culpables favoritos o se abrogue el derecho de descomponer lo poco que tengamos en orden, en equilibrio o con determinada regla en materia institucional. El sistema democrático y el orden institucional van de la mano y, con sus defectos, tienen sus reglas, normas y plazos que no pueden ser alterados por caprichos ni intereses particulares. El Movimiento Verde, en pleno ejercicio democrático, ha estado jugando un importante rol como equilibrio y suplidor del déficit partidario, pero (como era sospecha por la diversidad de sectores y de agendas que allí convergen) parece que determinado éxito temprano le ha estado haciendo sus daños. Por los precedentes de otros lugares, se ha tenido el temor de que los aprestos y los propósitos en esta ocasión no quedaran en la mera demanda de sanción a la corrupción y el cede de la impunidad que una mayoría respalda, sino de que un posible “envalentonamiento” llevara a pedir y proponer cosas irresponsables e irracionales, como la renuncia del Presidente de la República y que le sustituya un gobierno provisional que convoque a Constituyente y luego a elecciones (¿) -A menos de un año de instalado Danilo Medina, la desesperación que es mala consejera- ha llevado a alguna gente de la Marcha Verde a confirmar sospechas legítimas sobre el verdadero trasfondo y fin ulterior de las protestas. El pedido extemporáneo e irracional de renuncia de Medina planteado en el documento reciente de algunos intelectuales y otros ciudadanos, además de un desacierto que afecta al propio movimiento, es un absurdo. Medina, con el PLD y aliados, ganó por amplia mayoría las elecciones y le faltan 3 años y días para agotar su período. Y como planteara el editorial del Listín Diario, “el gobierno del presidente Danilo Medina podrá adolecer de fallas y pecados, pero no es ilegítimo ni tampoco se ha ilegitimado”. Todo el que aspire debe esperar su tiempo, usar la vía electora con miras al 2020, pero no pretender alterar el orden institucional y quebrantar la paz social del país. Ni hay derecho, ni es lo que quiere la mayoría.

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