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Industria farmacéutica para la salud y el desarrollo

Regulada y fomentada por la constitución y las leyes, las empresas de la industria y el mercado farmacéuticos nacionales están ante la doble oportunidad de fortalecer su vínculo con el sistema de salud dominicano en la medida en que, junto al Ministerio de Salud Pública (MSP), puedan impulsar políticas y regulaciones para minimizar su pérdida de valor, su desvinculación con los objetivos nacionales de salud y, sobre todo, el ingreso de productos importados, especialmente cuando nuevas alianzas con los Estados Unidos se hacen en el Caribe con mira a explotar el sector y cuando las leyes de patentes cobran legitimidad vinculante y mayor vigencia.

Es acertadísimo que el sector farmacéutico nacional toque las puertas del Ministerio de Industria y Comercio con fi nes de fortalecer sus entronques tecnológicos y económicos bajo las perspectivas econométricas y operativamente funcionales.

Pero desconocer el nuevo escenario le será muy difícil.

Su alternativa ante estos restos es revestirse con el manto de la absoluta credibilidad y veracidad.

Esos preceptos propician normas sanitarias difíciles de violar. Sus bases de rigor sanitario y efi ciencia, apuntalan e incrementan la acreditación pública de estos productos y servicios, especialmente ante la población, los galenos y los centros de salud. Sin prestigio no hay mercado.

Una industria lanzando productos inservibles para curar o atenuar los efectos de las enfermedades o dolencias a cuya cura o combate a sus efectos adversos dicen estar dirigidos es la mejor garantía del descrédito de las acciones de entidades, familias e inversiones que actúan en el sector.

Contrariamente, un sector farmacéutico actuando “para sí” celebraría el celo de las actuales autoridades de salud en el tema: regular y controlar los productos y servicios de la industria.

Esos controles impedirán el ingreso al mercado de competidores inescrupulosos o, en el caso de las prótesis carabelitas denunciadas por este diario, de irresponsabilidad tan alta que raya en la estafa.

Una cirugía para instalar en el cuerpo una porquería es un hecho lamentable e irritante.

Indicar medicamentos sin la garantía de su efectividad, desacreditará a médicos y productores.

Propiciar el descrédito de médicos y centros de salud por esa causa es lo que menos necesita un país cuyo reto es desarrollarse, aumentar su tasa de médicos y mejorar los indicadores de salud.

Dado el carácter racional de las empresas y su vocación a la rentabilidad mayor, el gusanillo del máximo benefi cio puede alentar la burla de los controles sanitarios y de las regulaciones contenidas en la política farmacéutica, la creación de preferencias en perjuicio de la mayoría de las empresas.

“Errare humanum est” y sólo un sistema de control y vigilancia, integrante de la política farmacéutica nacional, deviene en mecanismo de alerta a favor de la gente, las empresas y profesiones del área, compartiendo data colectada desde diferentes fuentes en torno a las obligadas idoneidad, efi ciencia e inocuidad de los productos, procedimientos y servicios médicos y farmacéuticos.

De lo que se trata es de reconocer en el MSP a un aliado de las mejores prácticas; de redactar una política de medicamentos, productos y servicios de salud confi able, que ayude a alcanzar los objetivos que en salud se ha dado el Estado a través de la Constitución y las Leyes.

En nuestra entrega anterior señalamos ese deber ser del Estado y el objetivo de las acciones de los participantes del sistema. Reiteramos el contenido del acápite “a” del Artículo 114 de la Ley General de Salud 42-01: “Asegurar a la población el acceso a medicamentos seguros, efi caces, de óptima calidad, elaborados acorde con las buenas prácticas de manufactura y sobre bases científi cas, al objeto de obtener la mejor efectividad terapéutica al menor costo posible”.

Garantizarlo es responsabilidad del MSP. Un deber ser al que tiene mucho que aportar la industria farmacéutica nacional. Incluyendo el fomento de investigaciones de las que derivar sus productos.

Se espera, pues, la participación de todos en la redacción de esa política.

Ella incrementará las responsabilidades, tareas y retos del MSP; exigirá la honradez, veracidad y certeza a los productos y servicios de salud.

A partir de su entrada en vigencia, derivará en acciones híper especializadas e informacionales tendentes a colectar la data del sistema y a suplirla públicamente con miras a su conocimiento, comprensión y aplicación estratégica. Todo con miras a un mejor sistema de salud.

Es lo que el Estado desea y debe para la población.

Son apenas algunas de las razones que motivan este escrito: exhortar al sector farmacéutico nacional a procurar y ocupar un asiento en el MSP, junto a las autoridades de salud, para hacer que esa política farmacéutica nacional en elaboración sea instrumento de igual valor, importancia y aporte para la salud y para el desarrollo.

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