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El chantaje haitiano, ¿qué busca?

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Vinicio A. Castillo SemánSanto Domingo

A los pocos meses de instalado el presidente Danilo Medina en el poder se reunió en Haití con el entonces presidente Michell Martelly, teniendo como objetivo estrechar las buenas relaciones entre Haití y la República Dominicana. A apenas días de concluir esa reunión el gobierno de Haití dispuso una veda o prohibición de entrada de huevos y pollos de la República Dominicana a esa empobrecida nación.

Ante aquel desplante y humillación a nuestro Presidente y a nuestro país propuse el cierre de la frontera. Horas después de mi petición pública sostuve una reunión con el presidente Danilo Medina en el Palacio Nacional en la que me explicó la imposibilidad que tenía el gobierno de reaccionar ante la afrenta haitiana por la importancia del comercio y las exportaciones de RD. Al presidente Medina le dije, en presencia del ministro José Ramón Peralta, que resultaba muy peligroso para el país que el gobierno de Haití entendiera que puede usar el chantaje de restricciones comerciales y de entrada de nuestros productos para condicionar nuestras políticas migratorias. Le dije: “Presidente, los Estados, como los hombres, tienen que darse a respetar. Si no nos damos a respetar frente a los haitianos, barrerán el piso con nosotros y repetirán el chantaje de restringir el comercio medalaganariamente en todas aquellas ocasiones entiendan conviene a sus intereses.”

De aquella reunión hace ya más de 4 años; fueron vaticinios exactos de cómo el gobierno y la élite haitiana ha manejado su relación con el gobierno de Danilo Medina al frente del Estado dominicano. El chantaje internacional por un lado, prohijado por grandes potencias y Comunidad Internacional; y el “cuco” de las vedas o restricciones de nuestras exportaciones a territorio haitiano, por el otro. Ese chantaje le ha dado pleno resultado a Haití, puesto que han logrado sus metas estratégicas fundamentales: frontera abierta, repatriaciones casi nulas y posición hegemónica frente a la República Dominicana en la política exterior. ¿Qué quieren los haitianos ahora, cuando las tropas de la Minustah anuncian su retiro en octubre? ¿Por qué la nueva veda comercial, coincidiendo con la ofensiva de la inclusión en la lista negra de países violadores de los derechos humanos de la CIDH y la OEA? ¿Por qué la veda comercial en la misma semana en que Amnistía Internacional afirma que la República Dominicana vive la peor crisis de apatridia en la historia de las Américas? ¿Por qué la veda comercial a pocos días de que George Soros, uno de los hombres más ricos e influyente de Estados Unidos y el mundo, se pronunciara en la red social Twitter, denunciando la supuesta apatridia de que son víctimas dominicanos de ascendencia haitiana en nuestro país?

Nada de esto está pasando por acaso o casualidad. La política exterior haitiana, con sus poderosos padrinos internacionales, están presionando de nuevo al presidente Danilo Medina para que de manera ilegal e inconstitucional les dé residencia permanente a los 288,000 ilegales haitianos que se inscribieron en el Plan Nacional de Regulación para Extranjeros, a la mayoría de los cuales se le dio una visa temporal de estadía en territorio dominicano. Se persigue, al mismo tiempo, insistir con la acusación de apatridia para darle nacionalidad dominicana a cientos de miles de haitianos que alegan haber nacido en la República Dominicana.

El Plan de Fusión está a todo vapor. Se presionan los intereses comerciales en la República Dominicana para que estos influyan en el gobierno y éste ceda a los chantajes y pretensiones que, de consumarse, aniquilarían nuestra nación en corto plazo.

Hay un sector muy conocido y poderoso en el gobierno que está haciendo su labor de zapa desde adentro, en inteligencia con poderes externos, aconsejándole al presidente Medina ceder y darle residencia permanente (de manera ilegal) a todos y cada uno de los 288,000 inscritos en el Plan Nacional de Regularización y echar hacia atrás con una legislación especial el Fallo 168-13 del Tribunal Constitucional, otorgándole la nacionalidad dominicana a cientos de miles de haitianos que aleguen haber nacido aquí.

No culpo al Gobierno haitiano, ni a su agresiva diplomacia. Se han trazado metas estratégicas para doblegar a nuestro país; chantajearlo con las vedas comerciales, la acusación de apatridia y la falacia de discriminación racial. Con ello han logrado neutralizar al Estado dominicano en su deber ineludible de proteger la frontera y de controlar la inmigración ilegal haitiana. Están trabajando en la “única e indivisible”; en la reconquista de hecho de los territorios que un día fueron dominados por ellos. He dicho y repito hoy en este artículo. Si yo fuera haitiano, estuviera haciendo exactamente lo que ellos están haciendo.

Mi queja, mi tristeza, es con nuestro pueblo, con nuestra sociedad, con nuestra clase política, con nuestro empresariado, con nuestra clase pensante, que a pesar de que el problema haitiano se nos abalanza encima con una potencia y claridad avasalladora, lucen indiferentes, anestesiados, dormidos, como si no les importara para nada la suerte de nuestro país, de nuestra integridad territorial, de nuestra cultura, de nuestros valores y de nuestra historia.

Algún día (espero que no sea tarde), tendremos que reaccionar; enfrentar con valor el chantaje haitiano y dar a respetar a nuestro país como nación libre, soberana e independiente. Estoy absolutamente convencido de que si no lo hacemos pronto las grandes potencias y los grandes intereses económicos nos disolverán, fusionándonos con Haití en los hechos, haciendo realidad la tesis planteada por la importante cadena de televisión norteamericana Fox, de un anhelado mercado de 20 millones de consumidores con una mano de obra barata y semi-esclava.

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