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FUERA DE CÁMARA

Descuidismo verde

En la Policía les dicen “descuidistas” a los carteristas que desarrollan habilidad para aprovechar multitudes y sustraer objetos de valor a los desprevenidos: a los hombres les llevan las carteras, o les sacan el dinero del bolsillo largo del pantalón, abren de forma casi mágica el bolso de una mujer para sustraer su contenido, arrebatan celulares, relojes… se llevan todo lo que pueden a veces con violencia.

Se han producido casos extremos por curiosos: en el sepelio del presidente Antonio Guzmán --la tarde del 4 de julio de 198 2en el cementerio municipal de Santiago--, al Presidente que lo relevó, Jacobo Majluta, le sustrajeron la cartera en medio de la multitud. Nunca la encontraron ni apresaron al “descuidista”.

En ese mismo camposanto se han verificado casos parecidos en varios entierros “de primera” con gran concurrencia.

Cuando velaron a Peña Gómez, en el Centro Olímpico, se denunciaron veintenas de robos a manos de los carteristas. Las campañas electorales son pródigas en ese tipo de hurto callejero por los mítines, las marchas, las caravanas. Por eso la Policía recomienda ir a esas actividades sin prendas, sin cartera, sin dinero… Los llamados “descuidistas” aprovechan siempre las aglomeraciones de personas porque les permiten proximidad sin levantar sospecha. En cada mitin, en cada marcha, en cada desfile, se roban decenas de carteras mediante esa modalidad, arrebatan relojes, sustraen celulares, introducen con sigilo sus “manos de seda” en bolsillos ajenos para robar dinero porque esos son los escenarios perfectos para ese tipo de ratería callejera.

PN los tiene fichados En la Policía hay un departamento --antes se llamaba Investigaciones Criminales--, que se empeña en controlar a los “descuidistas” que son siempre los mismos y a quienes esa institución tiene fichados, ubicados y agrupados por especialidad. Por ejemplo, los que más abundan son los llamados “manos de seda” que son capaces de sacar una cartera en fracciones de minutos sin que la víctima sienta el más ligero movimiento en su bolsillo.

Cuando se quiere esclarecer un caso en particular, los agentes saben casi exactamente a quién buscar, adónde ir, cuál casa allanar, y muy pocas veces fallan en sus cálculos… Por supuesto, no se puede negar que esos sujetos “boronean” a algunos agentes y a veces actúan con su protección.

Pero siempre la Policía hace la misma advertencia: ¡No se descuide con los carteristas!, en evidencia de que el “descuidista” no es la víctima a quien le roban la cartera sino el ladrón que desarrolla habilidad para meter la mano en bolsillo ajeno sin que el dueño del bolsillo perciba que le respiran cerca.

Ese modo de ratería callejera ha existido siempre, desde los tiempos del capitán Ripley, que por décadas fue el azote de cacos y ladronzuelos capitaleños…

Y ahora… con los verdes Es exactamente lo que está ocurriendo en las marchas verdes “contra la impunidad y la corrupción”. El pasado domingo en Azua se constituyeron en el azote del día. Sus organizadores han denunciado la posibilidad de que se trate de “una trama” para afectar a los participantes o para ahuyentarlos de esos escenarios.

Un hombre que se identifica como Rafael Calderón --obviamente que no es el senador peledeísta de esa provincia--, y otro de nombre Benjamín Batista hicieron una denuncia interesante: tres individuos, entre ellos una mujer, se les acercaron y les despojaron de 60 mil pesos que les habían entregado los organizadores para pagar el autobús que trasladó a un grupo de manifestantes de Barahona.

El director de la Policía, Nelson Peguero Paredes, debe ponerle atención a eso.

Pero el caso aporta una idea del dineral que se gasta en cada una de esas marchas: RD$60 mil solo para un microbús… Vale la pregunta: ¿Quién los está financiando?

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