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VIVENCIAS

El celular como fuente de egolatría

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Juan Francisco Puello HerreraSanto Domingo

Quedé impresionado al leer un artículo en las redes sociales que daba cuenta de cómo el uso excesivo de Facebook y Twitter despertaba el narciso de los usuarios. Una moda que ya los estudiosos de la conducta humana previenen sobre los efectos nocivos que provoca.

El informe en cuestión establecía que el hashtag (etiqueta) con caracteres alfanuméricos usados en determinadas plataformas web de internet como #me o #selfie, y que suelen acompañar a los autorretratos, y que una cantidad indeterminada de personas publican sus fotos en las redes sociales calculando que sólo en Facebook circulan más de 240,000 millones.

Más que una moda pasajera o de una fiebre del momento, se trata de una enfermedad convertida en fenómeno social que arrastra a los oscuros laberintos del egoísmo.

Pero cuáles razones pueden aducirse para justificar este desvarío en la gente que recurre a este exceso de promoción desproporcionada de su persona. El síndrome Selfie como se le califica tiene un denominador común: la exposición pública de la vida íntima de aquellos que buscan aprobación y aceptación de los demás, tomando en cuenta que muchas veces se trata de personas con baja estima.

Pero en esta pobre caricatura de exhibicionismo cultual de la personalidad se hace presente la egolatría. Como dice Thomas Carlyle notable historiador, critico y ensayista escocés, que la contemplación de sí mismo es, infaliblemente, un síntoma de enfermedad”.

Analizando esta actitud coinciden sociólogos y psiquiatras en que la “gente exhibe solamente lo que quiere mostrar, construyéndose así una identidad que se pone a consideración de los demás para recibir retroalimentación y ser validada; considerando la tendencia selfie como acto de vanidad que indica narcisismo, o bien, falta de autoestima que se traduce en necesidad de autoafirmación y construcción de la identidad”.

Pio Baroja y Nessi, ofrece un acertado diagnostico sobre esta práctica de contemplarse enfermizamente, “cuando alguien se mira mucho a sí mismo, llega a no saber cuál era su cara y cuál es su careta”.

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