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FUERA DE CÁMARA

Bosch: ¿Un Fangio?

Ignoraba hasta hoy que el profesor Juan Bosch disfrutaba la velocidad automovilística, y que “juchaba” a sus conductores para que apretaran el acelerador cuando iba en la carretera -no precisamente porque tuviera prisa en llegar a su destino-, a tal punto que estuvo a punto de accidentarse de mala manera poniendo en riesgo su vida. Uno de sus más leales seguidores y amigos, que ocasionalmente lo transportaba, Aurelio Guerrero, hace la revelación en carta que me envía a propósito de rememorar la hidalguía del coronel Rafael Fernández Domínguez, líder de la conspiración militar que derrocó el Triunvirato con la idea de reponer a Bosch en el poder. Lean esta sabrosura: “Fernández Domínguez, caído en la frustrada toma del Palacio el 19 de mayo del 1965, fue la figura militar más deslumbrante de la Guerra de Abril. De él, dijo Juan Bosch, que había sido la personalidad dominicana que más le había impresionado a su retorno del exilio… “…Pero además de los ideales y la política, Fernández Domínguez y Juan Bosch tuvieron otras afinidades: compartían la afición a la velocidad. Es bien conocido que el coronel, desde muy joven, era aficionado a las competencias automovilísticas. Y en su base de operaciones, San Isidro, compitió y abatió a velocistas nacionales y extranjeros”.

… Entra Luis Inchausti “Luis Inchausti formaba parte del reducido grupo que ocasionalmente transportaba a Juan Bosch; siempre fue audaz, temerario al volante. Yo notaba que el Presidente se entusiasmaba cuando lo acompañaba. Luis, en principio, respetuoso y cauto, consciente de la responsabilidad de conducirlo; hasta el día en que el líder le dijo: “Por lo que veo, tú crees que andamos en un mulo”. A partir de ese momento la historia fue volar…“El mes de junio de 1979 fue especialmente resonante porque a JB le celebraron sus 70 cumpleaños. Para ese acontecimiento arribaron al país algunas celebridades de la literatura latinoamericana y mundial. Hospedados en el hostal Nicolás de Ovando de La Zona Colonial, formé parte del equipo escogido para servir como edecán de aquel grupo rutilante; con una agenda de actividades sociales y culturales que incluyó una visita a su ciudad natal, La Vega, donde la Alcaldía Municipal le entregaría un pergamino proclamándolo hijo meritísimo de aquella ciudad. “Rumbo a La Vega, yo conducía un Dodge Blanco, modelo 1968 que había pertenecido a mi querida amiga Sina Cabral. Conmigo viajaban Brache, el encargado de la seguridad de JB, y el compañero Víctor Méndez. Delante, en un Mercedes Benz azul reluciente, conducido por el hijo mayor del coronel Fernández Domínguez, que heredó su afición velocista, un jovencito en aquel lejano verano llamado Ludovino. Con él iban Juan Bosch en el asiento delantero y detrás Gabriel García Márquez, Régis Debray y el célebre poeta cubano Nicolás Guillén”.

“…No saliste a tu padre” “Aquilatando la responsabilidad del traslado, el hijo del Coronel y de Arlette se movía de forma prudente hasta que, en cierto momento, señalando hacia el marcamillas, el homenajeado se le acerca y le dice: “Pero tú no saliste a tu padre”, mensaje que, desde luego, el conductor interpretó como una orden para el despegue y aceleró. Lo malo de este cambio fue que mi viejo Dodge empezó a calentarse peligrosamente…“… Ya a la altura de Bonao ardía, y no podíamos hacer parada porque éramos la seguridad del grupo. De repente el Mercedes se detuvo. Busqué los frenos repetidamente sin encontrarlos. Me abalanzaba vertiginoso y el estrellamiento parecía inminente…“La Providencia, sin embargo, no permitió que yo concluyera mis días de forma tan penosa. Un brusco giro al paseo fue mi opción salvadora, viniendo a detenerme a más de cien metros de distancia. Bosch ni se enteró. Y a mi lado, sentí el respiro hondo del compañero Brache, al tiempo que me miraba como aliviado.

“Gracias, César: tu amigo Aurelio Guerrero”.

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