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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Tipos de monjes

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Ya vimos cómo, en una época ser cristiano alcanzaba muchas ventajas. Hubo cristianos que huyeron al desierto para orar, meditar la Palabra, sembrar la tierra y luchar contra ellos mismos y sus pasiones desordenadas. Mucho de lo que contamos, tuvo lugar en el siglo IV, cuando luego de Constantino y su apoyo al Cristianismo ocurrió un montón de conversiones, superficiales e interesadas. Se relajó la tensión espiritual, “el cargar la cruz cada día y seguir al Señor”. Eran cristianos de cumplimiento: primero cumplo y luego miento.

El Monacato surgió en Egipto, porque su clima era favorable para ese estilo de vida. En las márgenes del Nilo y sus desiertos cercanos, desde hacía siglos, había una gran atención y expectativa del más allá, de lo trascendente y de lo definitivo. Este género de vida luego se extendió por Palestina y Siria.

Entre los monjes se destacó San Antonio (251 ca., + 356). Cuando San Atanasio fuera desterrado de Alejandría a las Galias (la Francia de hoy en día), escribiría la vida de San Antonio, hacia el 360. Esa vida fue como una chispa que multiplicó la experiencia de Antonio en el desierto, sobre todo, al ser traducida al latín, la lengua del Occidente. Muchos jóvenes y adultos quisieron vivir según el estilo de San Antonio.

El mismo San Agustín (354 - 430) quedó como trastornado y entusiasmado al leer la vida de San Antonio, quien fue al desierto para enfrentarse con las fuerzas del mal y consigo mismo, pero luego dejó el desierto para ir a fortalecer a los cristianos de Egipto durante la persecución de Diocleciano (sobre todo los años 303 - 306) y durante el cisma arriano, que ya hemos estudiado.

Dentro de la Institución Monástica, se conocen principalmente cuatro variedades: los Anacoretas, el Cenobismo Pacomiano [koinos bios = la vida en común según san Pacomio], la Comunidad de San Basilio y los Monasterios Episcopales.

Pacomio (Ü hacia el 345), había sido soldado durante la persecución de Maximino Daya. Estaba persuadido de que la vida eremítica, la vida en soledad y desierto, tenía peligros y por eso, invitó a los monjes a asociarse en cenobios [comunidades]. Pacomio escribió la primera regla monástica. Sus 192 artículos rigen la vida del monje. Fundó nueve conventos de hombres y dos de mujeres antes de su muerte.

Seguía el ejemplo de la vida comunitaria propuesta en los Hechos de los Apóstoles. La comunidad de Pacomio llegó a ser muy numerosa. Estamos hablando de centenares de monjes, “decenas de miles quizás”, según algunos autores.

Estas comunidades llegaron a tener importantes bienes. La actividad de los monjes tenía un impacto para la economía egipcia. Pacomio no aceptó sacerdotes viviendo en su comunidad. Él mismo renunció al ministerio sacerdotal, no quiso ser ordenado. Entendía que, en ese momento, su servicio a la Iglesia era vivir y ser cristiano en el desierto y la soledad.

El monacato fue en la iglesia un movimiento de laicos, sólo más tarde participaron en él los sacerdotes. Las opciones de Pacomio incidieron más tarde en San Basilio (329 - 379), San Benito de Nursia (480 - 547) y sucesores. Él había abierto una trocha.

Basilio el Grande, desarrolló una gran actividad entre los monjes, elaboró varias reglas, favoreció el estudio, y también la atención a la vida espiritual de los cristianos, se ocupó de renovar la liturgia. Hacia 357, apenas recibido el bautismo, se estableció en las montañas del Ponto, cerca del Mar Negro. Fue monje durante los años (365 - 370. Fue un gran organizador y legislador, tuvo un tremendo impacto. Poco a poco, iba quedando atrás el modelo de monje que se apartaba de la sociedad. Quedaba más claro, que la comunidad, al estilo de los primeros cristianos de Jerusalén, era el marco normal para el desarrollo de la vida espiritual.

El autor es Profesor Asociado de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.do

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