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Enhorabuena, Salud Pública y la investigación

Al Dr. Rafael Estévez Rochet, amigo entrañable.

Si abordo esta entrega desde el ámbito emotivo es por su valor testimonial.

Se refiere a uno de los grandes y más acendrados sueños de lo más graneado de la clase médica y del personal de salud del país.

Tal anhelo apunta a la necesidad de estímulos privados y oficiales para la investigación en salud.

He calibrado el valor de este sueño desde el año 1984; antes y después de crear, para este Listín Diario, el suplemento “Salud y Vida”, motivado por la estrategia visionaria de segmentación de mercados del apreciado Juan Arturo Estévez.

Llegué a estas puertas, procedente de la entonces Asociación Médica Dominicana (AMD).

Un día olvidado de ese año encontré, en una fila de no recuerdo qué institución, al amigo Dr. Rafael Antonio Estévez Rochet.

Desde nuestros días en La Habana donde él cursaba especialidad en Fisiología y yo licenciatura en Historia del Arte, Rafelito (como le llamamos sus amigos) mantuvo hacía mí una deferencia solidaria y un trato rayano en la ternura que perviven en la reciprocidad y el respeto. Lo hizo pese a mis radicalidades de entonces.

“Fui electo Presidente de la AMD del Distrito Nacional”, me informó. Como era de esperarse de un Fisiólogo, por lo aquilatado de su formación científica, el Dr. Estévez Rochet aspiraba a ser un verdadero investigador. Por eso su iniciativa principal, aparte de lo regular del gremio, fue crear una revista médico-científica que acogiera estudios de los médicos dominicanos.

Me invitó a acompañarlo en esa tarea. Y por el Quijote que jamás duerme en mí, en ese afán de ir tras “desfazer entuertos” y derrotar molinos de viento, me integré sin pensarlo. Había otra razón, debo decir: me ofreció buena paga y un horario abierto. Acepté. Meses antes había ingresado como profesor al Departamento de Arte de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

De esta manera pisé los territorios del pluriempleo: como catedrático en la UASD y Coordinador de la Revista Médica del Distrito Nacional.

Promoviendo tal publicación llegué a las puertas del Listín Diario hará 33 años y Juan Arturo Estévez, su gerente de Publicidad entonces, puso a mi cargo el suplemento “Salud y Vida”. La publicación, financieramente un éxito, contribuyó a la promoción de la salud y al fortalecimiento de la entonces pujante industria farmacéutica nacional.

Estas publicaciones, mas la decisión del Dr. Arnulfo Reyes y del amigo Dr. Guaroa Ubiñas Renville de responsabilizarme de la coordinación y edición de las publicaciones científicas y gremiales no ya de la AMD del Distrito Nacional sino de toda la AMD, me permitieron calibrar el valor emotivo y real de ese sueño de los médicos por lograr apoyo para sus investigaciones en salud.

Al finalizar su gestión, el propio Dr. Estévez Rochet me comentó con dolor lo inhóspito del ambiente para la investigación médica y científica.

óRecibo $100.00 dólares mensuales del laboratorio X para hacer algunos experimentos en ratas y con eso no puedo vivir -me dijoó. Así que cambiaré de especialidad y recibiré clases con mis estudiantesó, me confesó y así lo hizo. $100.00 dólares eran, entonces, alrededor de $262.00 pesos.

Muchas objeciones de los jurados de selección a los trabajos propuestos para publicarse se relacionaban con las técnicas y recursos de verificación de los resultados proclamados.

Hasta el más lego en Metodología de la investigación sabe que los recursos de laboratorios, en su amplia diversidad, están directamente relacionados a disponibilidades estructurales y financieras. Era hermoso ver que los médicos de entonces, a pesar de las limitaciones, investigaban y querían hacerlo más. Lo entendían esencial para construirse como los científicos que deben ser.

Pero estaban óy así permanecieronó obstruidos los caminos para que la investigación médico-científica en el país progresara.

La prueba es la limitación ostensible de publicaciones sectoriales. Eso denuncia fragilidad en el vínculo troncal de los profesionales del sector con los fundamentos de su práctica y saber.

Hoy, finalmente, esto apunta a cambiar. Y el sueño empieza a mecerse en una cuna de futuro.

El Ministerio de Salud Pública creó un fondo para apoyar a los investigadores, adscritos a cualquier tipo de institución educativa, del ramo, del tercer sector o del propio ministerio, que deseen crear conocimientos en el área de la salud y/o aportar a la sistematización racional, a la comprensión y a la mejora de los procesos actuales. Con los trabajos el ministerio alimentará una revista científica.

Salud Pública dispuso RD$1 millón por investigación, flexible a la baja y al alza. Y un marco normativo o bases.

Como patrocinador, el Ministerio indicó su “Propuesta de prioridades de investigación para la salud colectiva”, alojada en su sitio web. Es una guía valiosa que facilita el enfoque a los interesados.

Ojalá que los médicos y demás científicos asuman y aprovechen este apoyo. Hacerlo es necesario para el repunte de la investigación como praxis esencial de las ciencias médicas, biológicas y las técnicas y saberes de la salud.

Los tiempos pueden mejorar e iniciativas como esta lo mejoran.

Los médicos como el amigo Rafael Estévez Rochet deben estar felices y entusiasmados.

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