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CIDH… ¡Pa’l carajo!

Coincidiendo con el 52 aniversario de la segunda invasión estadounidense a la República Dominicana --ignominia validada por la OEA a través de la llamada Fuerza Interamericana de Paz--, ese organismo regional, ahora a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, agrede nuevamente a nuestro país al incluirlo en una lista de países donde supuestamente se violan “de manera masiva, grave y sistemática” los derechos humanos con ruptura del orden democrático.

Acusa a la República Dominicana de practicar una “discriminación racial estructural contra personas de ascendencia haitiana, o percibidas como tales”, para lo cual vuelve a mentir deliberadamente acusando al país de negar el reconocimiento de la nacionalidad y de practicar deportaciones y expulsiones masivas. El Estado Dominicana respondió con entereza rechazando tal acusación calificándola como desproporcionada y sin base ni justificación, al tiempo en que denuncia a la CIDH como inflexible, cerrada y sectaria.

Hay quienes argumentan que incluirnos en esa “lista negra” es consecuencia de una retaliación por la actitud neutral que ha mantenido República Dominicana frente a la intención de la Organización de Estados Americanos y su secretario general, Luis Almagro, de imponer sanciones y aplicar la Carta Democrática a Venezuela...

Y aunque se trata de una política diplomática cuestionable --con la que muchos estamos en desacuerdo, no sólo por la falta de solidaridad que exhibe el país frente a la tragedia que padece el pueblo venezolano que históricamente ha sido solidario con los procesos de lucha democrática en todo el continente--, sino porque los compañeros de viaje en esa política indolente han sido protagonistas en la campaña internacional contra la República Dominicana a raíz de la sentencia 168-13...

No podemos pecar de simplistas: el acoso de la CIDH contra el país se remonta al preciso e infausto momento en que el ex Presidente Fernández otorgó competencias a ese organismos multilateral en la República Dominicana.

Esa gente no tiene ningún respeto por la verdad, y por eso su desparpajo y falta de respeto para acusarnos de crear apatridia sin presentar una sola prueba, a pesar de que cuantifica los supuestos apátridas en más de cien mil. Esta es la hora, sin embargo, que no han podido presentar al primero de esos supuestos apátridas aún cuando el Presidente Danilo Medina, les conminó a hacerlo bajo lo premisa de que el caso sería resuelto inmediatamente.

No hay forma humana ni idioma en que se le explique de manera detallada la realidad del tema migratorio y de nacionalidad en el país y que una cosa es un apátrida y otra muy diferente es un indocumentado. El problema de la falta de documentación de miles de haitianos que se encuentran en territorio nacional lo genera la irresponsabilidad de ese estado con sus ciudadanos.

A la CIDH se le invitó a comprobar en el terreno la realidad, ha visto con sus propios ojos el enorme esfuerzos y sacrificio económico que significa el Plan Nacional de Regularización y cómo las dificultades que presentó son de la exclusiva responsabilidad de los haitianos, que a pesar de prometer en reiteradas oportunidades que facilitarían la entrega de documentos a sus nacionales, apenas la pasada semana comenzaron a cumplir los compromisos asumidos.

De la misma forma, pudo constatar las facilidades y gracias contenidas en la ley 169-14... Un paso histórico que nadie ha hecho en materia migratoria y de otorgamiento de la nacionalidad en el mundo y mucho menos en la región.

“No hay peor ciego que aquel que no quiere ver...”, dice el viejo refrán... Por tanto está bueno ya de dar explicaciones a gente que no le interesa escuchar la verdad y que sólo busca ---y ya no disimulan ni guarda las formas para plantearlo--- que República Dominicana modifique su régimen de nacionalidad y aplique el “Ius soli” sin restricciones conjuntamente con una amnistía de nacionalidad que alcance a cientos de miles de haitianos a quienes quieren convertir en “dominicanos al vapor” ...

Y como eso es lo único que entiende... Habrá que coincidir con el represivo presidente venezolano Nicolás Maduro en el sentido de que hay entelequias inservibles y sesgadas que llegan el punto que un país que se respete debe mandar:

¡Pa’l carajo junto a los burócratas que la conforman!

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