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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

¿Silenciar el tema del aborto?

Con el tema del aborto se han caído muchos “santos” en los altares en nuestro país: toda gente seria, pero… los “serios” son los que hacen serios problemas.

Ayer, 25 de abril era el “Día internacional de la lucha contra el maltrato infantil”. Esta fecha fue creada para fomentar los derechos de los niños a nivel mundial y crear conciencia sobre las consecuencias del maltrato a los infantes.

El maltrato infantil incluye lo físico y psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial; en fin, todo acto que pueda causar un daño a la vida, al desarrollo integral o a la dignidad del infante.

En nuestro país la generalidad de las personas estamos de acuerdo en la defensa de los derechos de la infancia. Pero, ¿qué decir entonces cuando la acción que se ejecuta pone en peligro la vida que está en el seno de la madre? Es en este aspecto en que se da una terrible incongruencia, postulando caprichosamente la eliminación de la criatura, como si este crimen fuera un derecho. Parecen resonar las preguntas de Fray Antonio de Montesino, dichas en otro contexto: “¿Éstos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico?” Les será imposible a nuestras autoridades silenciar el tema del aborto. Tanto el Sr. Presidente como el Senado de la República no han dicho esta boca es mía al respecto y les causa cierto prurito referirse al tema, pues saben que llevan las de perder bajo todos los puntos de vista, a menos que se impongan con la fuerza del poder.

No pueden silenciar el tema por dos razones: primero porque está íntimamente ligado al Código Penal, en el cual no es posible tipificar la tortura intrauterina sino como crimen.

Y segundo, porque no todos en este país han perdido el respeto a la vida de quienes han sido concebido y todavía no han nacido.

Si la vida intrauterina no cae bajo la sombrilla de los derechos humanos y la lucha contra el maltrato infantil no abarca la etapa anterior al nacimiento, ¡Apaga y vámonos! Entonces sí que “na é na”.

Calificar la defensa de la vida desde la concepción como una obsesión no es más que profundizar la indignación que se siente al ver que se quiere resolver problemas vinculados al mal uso de la sexualidad con la eliminación física de quien no puede defenderse.

Es una aberración, algo absurdo e incoherente, luchar contra el maltrato infantil y dejar fuera de este esfuerzo a quienes ya han sido concebidos y no han nacido aún, viendo como bueno y válido su sometimiento a la más cruel de las torturas.

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