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PENSANDO

“Corrupción e impunidad”

La lucha contra la corrupción y la impunidad es una aspiración de toda la ciudadanía, pero hay que señalar puntualmente que el poder judicial en nuestro país ha sido manipulado por los líderes políticos que han precedido al presidente Danilo Medina. Aquí todos sabemos quiénes tienen credibilidad pública para sumarse a esta lucha, quiénes han desfilado vestidos de verde pero con una conciencia negra, quiénes no se han parado a luchar frente al contrabando, al narcotráfico, a la extorsión, a la delincuencia de cuello blanco, al tráfico de blancas y mucho menos a personajes corruptores en materia de género. Es más fácil volcar esta lucha en el ámbito político, pasando el “borrón y cuenta nueva” y capitalizando políticamente lo que coyunturalmente les favorece en sus aspiraciones de alcanzar el poder. Aquí llegará el momento en que recibamos el listado de Odebrecht, pero junto a ese reporte, también habrá que depurar el reporte de los que desde el sector público y privado han manejado con el perfil delictivo la mayoría de sus acciones comerciales y administrativas para lograr fortunas. Valoremos a los que han hecho familia y han levantado a sus hijos a base de honestidad y preparación académica, que no van a tragarse la magnesia por la leche, ni van a asimilar que debajo de la yagua no salgan los aclacranes. Es un momento importante de nuestra vida republicana donde a todos, sin excepción, les llegará la oportunidad de manifestarse en lo que no es una conquista de grupos, sino un sentimiento nacional. En esta lucha el respeto es la base de su esencia para no meter en el saco a todos por igual, ni lacerar lo poco que nos queda de conductas ejemplarizantes. Estamos inmersos en un proceso en el que se ha adulterado hasta la identidad del núcleo familiar donde ciertos medios están en manos de traficantes de la información, y lo más delicado, se han vendido con indiferencia los valores que nos dieron nuestra nacionalidad. Es hora de concertación para salir a un camino de luz donde todos tenemos la responsabilidad y el deber de aportar transparencia desde el Ejecutivo, hasta el más humilde ciudadano dominicano. Hay que poner el oído en esa clase media estrangulada por el flagelo corruptor, que con el sacrificio de su trabajo, ha tenido que solventar la gobernabilidad que todavía tenemos. Aquí no se puede vender honradez que no sea con la profilaxis debida de todos los sectores que han sido cómplices encubiertos de la mala práctica administrativa. Unámonos pues a todas las iniciativas tendentes a esclarecer las buenas prácticas en la repartición del patrimonio nacional junto a nuestro Presidente, portador de una gran prudencia.

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