Los museos y el turismo

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Manuel García ArévaloSanto Domingo

Dada su importancia para la preservación y divulgación de los bienes históricos y culturales, los museos ejercen en la actualidad una notable influencia como atractivo turístico. Cada ciudad, incluyendo las pequeñas capitales de provincias, se esmera por mostrar al visitante lo que con orgullo conserva en los museos como parte de su acervo patrimonial, reflejo elocuente y palpable de su propia identidad.

Los museos no solo desempeñan funciones educativas y culturales dentro de los programas de enseñanza básica, sino que también se han convertido en lugares de esparcimiento para los visitantes extranjeros.

Con tal propósito, estas entidades se insertan en los circuitos turísticos nacionales, porque cuando se viaja a un país, a la gente le atrae conocer los exponentes del pasado antropológico e histórico, al igual que las manifestaciones artísticas y folklóricas del lugar donde se encuentran. Así lo evidencian las enormes filas de personas que se aglomeran en las puertas de entrada y en los vestíbulos de los museos.

En las grandes ciudades, las publicaciones turísticas promueven las visitas a los museos como uno de sus principales centros de atracción. Entre los más famosos se encuentran el Louvre de París; el Prado en Madrid; Metropolitan, Moma, Historia Natural y Guggenheim en Nueva York; el extraordinario complejo museográfico del Smithsonian en Washington, D. C.; la Galería Nacional y el Británico en Londres; el Hermitage, que muestra las colecciones de arte de los zares de Rusia, en San Petersburgo; el Palacio Vecchio de Florencia y el museo de arqueología helénica en Atenas. Mientras que en el ámbito latinoamericano cabe mencionarse al antropológico de Ciudad México; el Museo de Arte de Ponce, creado por el empresario y exgobernador de Puerto Rico, Luis Ferré; los museos de Bellas Artes y Napoleónico de La Habana, que exhibe, este último, una extraordinaria colección sobre el emperador francés y su época, formada por el magnate azucarero cubano, Julio Lobo; el Malba de Buenos Aires; el Museo del Oro prehispánico en Bogotá, que pertenece al Banco Central de Colombia y el de Jade en Costa Rica, entre otros. Lo mismo podemos decir de los museos y galerías en Santo Domingo, Santiago, La Romana e Higu¨ey.

Los turistas y el público en general se sienten extasiados al contemplar esas impactantes exposiciones, por la sensación que despierta el contacto con los objetos museográficos.

Son experiencias que suponen un viaje a lo desconocido, donde, además de ser muy ilustrativo, resulta un deleite espiritual.

La museografía, a la vez de didáctica, tiene que presentarse de forma atractiva y clara, de modo que permita al espectador disfrutar a plenitud del contenido de la misma. Y para facilitar al observador la calidad de su experiencia, las salas de exposiciones deben contar con visitas guiadas y equipos de traducción.

De igual manera, a los recintos o infraestructuras arquitectónicas se deben dotar de otros servicios como cafeterías, librerías, tiendas especializadas, auditorios, salas de proyecciones y equipos multimedia, para que cumplan a cabalidad su función cognoscitiva.

Por eso hay que proveer a los museos con recursos suficientes que garanticen la calidad de su gestión y la preservación de su contenido arqueológico, histórico o artístico, con el fin de atraer la mayor cantidad de público, sin que pierdan su mística educativa y cultural. En este sentido, las corporaciones empresariales pueden desempeñar un papel complementario de primer orden, contribuyendo al desarrollo y fortalecimiento de las entidades dedicadas a preservar y divulgar el contenido de las colecciones públicas y privadas existentes en el país.

Estas son las múltiples razones por las que el sector privado se siente cada vez más motivado a incursionar en el ámbito de la museografía, no solo como una manifestación de la responsabilidad social de las empresas en apoyo al arte y a la cultura, sino como una estrategia para lograr una mayor diversificación del desarrollo de la industria turística.

Como quedó plenamente establecido en la Feria ITB de Berlín, la mayor feria mundial del sector, la variedad de la oferta turística de un país tropical como el nuestro, debe ir “más allá del sol y la playa”.

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