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ORLANDO DICE

Odebrecht y el PLD

CONTRADICTORES.- Los dirigentes del PLD que desde hace mucho le tienen el agua puesta a Felucho Jiménez no se aguantan las ganas, quieren por igual ser detectives en la película y lo están haciendo de maravillas. El caso Odebrecht, al que se le huía como el diablo a la cruz, será parte de la agenda no escrita del Comité Político, aunque no se reúna por todo este tiempo. ¿Cómo verse la cara unos a otros, o todos a la vez a Jiménez, y no hacer el mínimo comentario? Los que afirman que el exsecretario de Turismo (que era el cargo que ocupaba en ese entonces) actuó en su propio interés, no logran descalificarlo, pues su propósito fue tenido en cuenta en ese organismo. Los responsables de la obra convencieron más que el funcionario, y la vía fue construida como estaba prevista. En la ocasión, sin embargo, se estableció un precedente. El CP no solo conoce de asuntos de partido, o de política en general, sino también de negocios. Negocios de gobierno o de peledeístas o de particulares. ¿Quién llevó un conflicto intragobierno a la instancia partidaria? Con esa respuesta se despejarían muchas incógnitas, y se conocerían decisiones posteriores…

LEYENDA.- No puede decirse que Felucho Jiménez perdiera el cargo por su insistencia, interés o conflicto, pero el cambio en la secretaría de Turismo vino poco después. Aunque una leyenda urbana atribuye su desgracia a otra situación. Su oposición a una concesión de playa, o de simple acceso, aun cuando conocía la beneficiaria o el interés de su superior. El incidente se mantiene inédito, pero muy parecido a uno que se registra en los anales del Palacio Nacional en los tiempos de Balaguer. Los deseos de un Presidente tienen autoridad de ley, y más si de por medio hay una dama…

LOS SABIOS.- Los dirigentes del PLD que creen saber más que el lápiz reclaman que no se politice el caso Odebrecht, que este sea dilucidado y resuelto en la instancia judicial. E incluso lo hacen con argumentos aparentemente válidos. Si la política se mete, que nadie espere condena, y la corrupción seguirá como hasta ahora. Tan campante como Juancito el Caminador. Sin embargo, no hay manera de dejar la política fuera, y si no llega de la mano del gobierno, lo hará cargada en los hombros de la oposición. Se trata de corrupción administrativa. De robos o beneficios en el desempeño de una función pública. ¿A quiénes se llama o se llamará a interrogatorio? ¿De quiénes se sospecha o se rumora o se supone? Todos políticos, no importa militancia o condición. Gente que ocupó posiciones relevantes que la acercaron o relacionaron con la constructora (hoy) bajo cuestionamiento. Con solo decirse o considerarse que financió campañas electorales, se entra en el dominio de la política. El PLD como partido o sus dirigentes de manera individual tiene que saber dónde sí, dónde no, y actuar en consecuencia. No debe asustarse por los tambores de guerra de sus adversarios, si en el poder aprendió el arte más refinado de las señales de humo. El miedo es libre, dicen, pero contrario a lo que se afirma en la ocasión sería como un trueno. Estremecería el cielo y provocaría un temor generalizado. Sea en casa o a la intemperie. Bajo techo o padeciendo rigores de lluvia…

LOS FONDOS.- Igual sucede con el gobierno. No tiene porqué esperar que le lancen la primera piedra respecto al financiamiento de la campaña de Danilo Medina, o de los pagos a su principal estratega Joao Santana. El jefe de Estado emplazó, y si lo hizo fue porque sabe que por ese flanco no hay peligro. Nadie se atrevió, hasta ahora, y el asunto sigue velado y alimentando fábula. El caso, sin embargo, no es tan difícil si se fuera transparente en todo. Lo que yo sé, y lo sé desde hace tiempo, es que Santana no llegó al candidato Medina de mano de Odebrecht, ni Odebrecht pagó sus cuentas. Un hombre de negocios relacionado con Medina, y casado con una centroamericana, supo del milagro de Santana con Mario Funes, se lo dijo al hoy mandatario y se hizo el contacto. El costo fue cubierto por empresarios que tal vez no quieran que se conozca su nombre, pero que en todo caso no sería delito. Cada cual es dueño de su dinero, y por costumbre, interés y beneficio, el sector privado aporta fondos a los partidos, pero sobre todo a los candidatos…

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