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MI POSICIÓN

La deuda, una prisión humana

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Santiago Cuesta KurySanto Domingo

La gran mayoría de las personas nunca podrán ser libres y menos en países como el nuestro en donde los problemas sociales, educativos y de dinero que enfrenta la República Dominicana han convertido las prisiones o cárceles en hacinamientos humanos insostenibles, pues las mismas están más que repletas de personas, muchas de ellas por crímenes, estafas, narcotráfico, asaltos y robos; en fin, por algún delito penalizado por las leyes dominicanas. Sin embargo, existe otro tipo de prisión para los dominicanos, más grande y más preocupante que una cárcel común, y que de hecho es la que más prisioneros tiene: la deuda, una prisión humana con efectos psicológicos peligrosos que van cada día en aumento y sin control. Ya no solo es el problema del descontrol de la deuda pública que gobierno tras gobierno la incrementan y que cada día que pasa se nos van de las manos, a sabiendas de que muchos de esos recursos, de esas deudas, están en manos de muchos políticos, empresarios, militares, periodistas y comunicadores, que se han quedado con ese dinero de manera ilegal, pero con el apoyo de la Justicia que también se lleva su parte.

Mientras los dominicanos están siendo obligados y sometidos a tomar dineros prestados en los bancos y a particulares para poder sobrevivir ellos y sus familiares, convirtiéndolo también en prisioneros de sus propias deudas, por no tener con qué pagarlas al igual que el Gobierno. Cuidado con eso, pues, entre pedir prestado y mendigar no hay mucha diferencia. José -Pepe- Mujica, el expresidente de Uruguay, y uno de los presidentes más admirados en el mundo por su honestidad, dignidad y transparencia en el manejo de los recursos públicos, dijo al salir del Gobierno: “No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje, vivir con lo justo para que las cosas no me roben la libertad”. A los dominicanos, gobierno tras gobierno nos han robado la libertad que tuvimos aquel 27 febrero 1844 de las manos de Duarte, Sánchez y Mella, para que hoy nuestras clases gobernantes y la justicia nos hayan convertido en prisioneros de sus actos corruptos y de sus deudas. Las palabras Dios, Patria y Libertad, que es el emblema del escudo en nuestra bandera tricolor, no les representan nada a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tal y como lo muestra la inmigración haitiana sin control. Los políticos han convertido la deuda en una prisión humana para el pueblo dominicano.

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