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Recordando el 27 de Febrero

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Vinicio Castillo SemánSanto Domingo

Hoy es 27 de febrero, aniversario de nuestra gloriosa Independencia.

He querido empezar estas líneas con el recuerdo de lo que viví hace dos años, el 27 de febrero de 2015. El discurso de rendición de cuentas del presidente Danilo Medina de esa fecha, en el que se produjo como el hecho más resaltante del mismo un cerrado aplauso de varios minutos y de gran emoción.

El presidente Medina en aquella ocasión, en tono enfático y fi rme, defendió el Plan Nacional de Regularización de ilegales que llevaba a cabo su gobierno, advirtiendo que todo aquel ciudadano extranjero que estuviera ilegal en territorio dominicano y que no se hubiera inscrito en dicho Plan, tendría que regresar a su nación.

Muchos de la mejor buena fe creímos en esa advertencia “patriótica” del Presidente. El pueblo dominicano lo creyó. El apoyo fue total. Hoy, dos años después, nos toca evaluar en otro 27 de febrero lo que realmente hizo el Presidente Medina al concluir el Plan Nacional de Regularización, mediante el cual les dio papeles a más de 280,000 haitianos ilegales, con un costo de más de 2,400 millones de pesos.

El Presidente Medina hizo todo lo contrario a lo que planteó en su discurso del 27 de febrero del año 2015. Al concluir el Plan Nacional de Regularización de ilegales, no sacó ni repatrió a ningún ilegal y lo que es peor, ha mantenido abierta la frontera de par en par con lo que el problema migratorio haitiano en la República Dominicana se ha multiplicado, hecho que representó sin dudas, una estocada mortal al Plan Nacional de Regularización.

Hoy, 27 de febrero, a 173 años de la Independencia, nuestro país se encuentra postrado, invadido de manera masiva por Haití, con una frontera abierta y sin una política migratoria que defi enda nuestra integridad territorial, ni nuestros valores fundamentales como nación.

El presidente Medina y su Primer Ministro de hecho, Gustavo Montalvo, han entregado la soberanía dominicana en el tema haitiano en ánimo de complacer a los organismos internacionales.

El gobierno permite la violación de la ley que protege el mercado laboral de los dominicanos. Es el primer violador del 80/20 que obliga a que el 80% de la mano de obra sea dominicana.

El presidente Medina ha protegido el desplazamiento de la mano de obra extranjera frente a la indefensa mano de obra nacional. El obrero dominicano es tan desdichado que, no sólo tiene que cobrar sueldos de miseria, sino que ni siquiera puede contar con sindicatos u organizaciones que puedan defender la aplicación del 80/20.

La salud, la educación, el empleo, en fi n, todos los renglones que sirven para medir la calidad de vida de los dominicanos, permanecen estancados, sin ninguna posibilidad de mejoría; así permanecerán mientras la República Dominicana no controle la masiva invasión haitiana que hoy está convirtiendo a las provincias fronterizas en virtual territorio de Haití.

Lo más triste de este proceso es no sólo ver al gobierno entregando la soberanía, sino ver a la mayoría de la clase política, las élites empresariales y profesionales, la gente pensante de la República, totalmente ajena e indiferente a la suerte de República Dominicana frente a lo que implica la invasión masiva de su territorio de la población de Haití.

Mientras los franceses, los alemanes, los ingleses, toda Europa, los norteamericanos, reaccionan frente al descontrol del fenómeno migratorio que pone en peligro la integridad de esas naciones, la República Dominicana luce en el limbo, como si le hubieran hecho una lobotomía que le impide reaccionar y tomar medidas efectivas y estratégicas frente a la invasión pacífi - ca de Haití sobre su territorio.

El pasado sábado honrábamos el 201 aniversario del natalicio de Ramon Matías Mella y Castillo, Padre de la Patria, quien fuera primo hermano de mi bisabuelo, el héroe restaurador general Manuel María Castillo Medrano.

Recordaba el trabucazo de Mella y pienso ahora cuánta falta le hace a nuestro país otro trabucazo que despierte el patriotismo dominicano y que lo haga reaccionar del hipnotismo e indiferencia absurda que luce tener frente a lo que sin dudas es el mayor peligro contra su existencia como nación en los próximos años.

Hoy, 27 de febrero, nos toca en medio de las circunstancias tan adversas y difíciles que he descrito en este artículo, recordar el ejemplo de los fundadores de la República, que la soñaron cuando para la mayoría era una quimera o una aventura con muy escasas posibilidades de convertirse en realidad.

Aunque parezca que nuestro pueblo no oye nuestras advertencias del peligro que corre nuestra Patria con la masiva invasión haitiana sobre su territorio, no nos cansaremos de luchar con nuestra palabra y nuestro mensaje, con la esperanza de que algún día, y espero que no sea muy lejano, comprendamos lo que ocurre y reaccionemos como están reaccionando todos los países del mundo defendiendo su territorio, sus costumbres, sus valores, sus creencias religiosas, defendiendo sus naciones.

¡Viva la República Dominicana!

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