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EN LA RUTA

La marcha

La marcha en contra de la corrupción y la impunidad celebrada el pasado domingo constituyó una importante manifestación cívica donde los miles de asistentes plantaron postura en contra del flagelo poniendo como referencia el caso Odebrecht y su admitido soborno de 92 millones de dólares para conseguir y asegurar proyectos de infraestructura en el Estado.

Independientemente a haber sido permeada por intereses políticos que intentaron empujar la iniciativa, no en contra de la corrupción, sino en contra del Gobierno y por los intereses de muchas empresas a las cuales, y pese a utilizar las mismas aberrantes prácticas de compra de voluntades, la multinacional brasileña las sacó del juego con sus exorbitantes coimas, la marcha fue legítima en cuanto al sentir de una población que ya está harta de ver cómo aquí el que la hace no la paga.

Desafortunadamente el problema de la corrupción en nuestro país no es nuevo. Para nadie es un secreto que el criterio de juego no limpio se ha convertido en la norma y que el mecanismo del pago de peaje se hace presente en casi todos los procesos, grandes o chiquitos, ya sean gestiones, obtenciones o pagos y donde si no “se moja la mano” correspondiente nada se consigue.

Una práctica perversa que ha estado en el torrente sanguíneo de nuestra cultura y que en su momento llevó al extinto expresidente Joaquín Balaguer a proclamar, que la corrupción solo se detenía ante la puerta de su despacho.

Y es que aunque nunca con la magnitud del tema Odebrecht, eso de los sobornos es una problemática tan enraizada en nuestro país que el presidente Danilo Medina, quien no ha sido indiferente al tema, para combatir la desigualdad y evitar que los grandes siguieran comiéndose a los pequeños tuvo que implementar la adjudicación de obras mediante sorteos.

Así las cosas y echando a un lado la presencia de algunos personajes sin calidad moral para hablar de peculado, pero que, y cual pasarela mediática estuvieron en la marcha asumiendo descaradamente la rentista y llamativa bandera anticorrupción, la actividad interpretó el sentir colectivo e hizo un llamado para que la justicia ponga a los corruptos (los de antes y los de ahora) en la cárcel y se implemente un verdadero régimen de consecuencias.

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