Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Tiempo para el alma

“...Los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz”. Lc. 16. 8.

Jesús estaba contando a sus discípulos sobre un administrador que, acusado de corrupción, fue confrontado por su jefe, quien le advirtió que lo cancelaría.

Ante esto, el administrador llamó a los deudores de su patrón y a cada uno les rebajó la deuda con el fin de ganar su favor cuando él los necesitara. La corrupción, mis queridos lectores, no nació ayer. Al final del relato Jesús hace una reflexión que nos llena de estupor: a los que responden al mundo les es fácil ser astutos, pero a los que seguimos la fe, no.

Es un llamado a ponernos las pilas, a no ser pusilánimes, tibios, tímidos, miedosos...

Dios nos ha dado bendiciones y dones que debemos potenciar al máximo y no dejarlos perder por nuestra limitada manera de entender la fe. La astucia, la sagacidad, no pueden ser características exclusivas de los corruptos, de los que buscan sacar ventajas, de los oportunistas, de las mentes perversas; las podemos convertir en cualidades al servicio de la promoción de la fe.

Tags relacionados