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ORLANDO DICE

Villanías de alta mar

AL PRIMER PLANO.- Fuera bueno políticamente, y no solo moral, que La Marcha no termine en resaca, sino en ánimo de fiesta. Le haría bien a este país que la corrupción pase a un primer plano, y que la lucha entre políticos, partidos y candidatos gire alrededor del eje ético. Pues para que el combate a la impunidad sea verdadero, tiene que ser contra todos los impunes. Que Odebrecht sirva la mesa, nunca fue mejor la oportunidad, pero que no se olvide que hubo banquetes anteriores y que no siempre los comensales fueron brasileños. El fenómeno PLD está a la vista, y se padece, y convendría aleccionar a los responsables, o a los beneficiarios, que no hay manera de ocultar tanto dinero (habido bien, habido mal). Pero también habría que cuidar las formas.

No es justo, no es correcto, no es decente que se vista de verde gente que debiera andar en ropa de presidiario. No aprovecha esa viveza de calle del carterista que vocea “¡un ladrón, un ladrón!” para escabullirse en la multitud. Y esa es una de las tantas cosas malas de esta República. Los piratas en tierra que se tapan un ojo para no ver ni recordar las villanías de alta mar…

ENTREMANOS.- ¿Por qué la indignación Odebrechet se produce al finalizar el 2016 y empezar el 2017 y no a principio o mitad del 2016, cuando la campaña electoral estuvo en sus buenas y estas situaciones pudieron afectar la correlación de fuerzas e influir en el resultado? ¿Dónde estuvo Odebrecht en ese tiempo o haciendo qué? Nadie puede pensar que Odebrecht se volvió mala de un día para otro, o que es mala porque fue denunciada por las autoridades brasileñas y sometida a juicio por las norteamericanas.

Llevo dicho que cada país debe hacer su tarea, y que debe hacerla conforme a sus propios procedimientos.

Aquí se actúa, y por igual en los otros países de América Latina, por vergu¨enza ajena. Los contratos y los sobornos, o los sobornos y los contratos, porque no se sabe qué fue primero, si el huevo o la gallina, si el contrato o el soborno, eran negocios de todos conocidos. Los tratos con la transnacional de la construcción pasaron de una administración a otra, y no es verdad que manos limpias con una y manos sucias con otra. Entre todos se dieron la mano…

LOS PERSONAJES.- En las novelas de Dan Brown el malo del Vaticano es un albino, aquí un jabao. El personaje se paseaba por todos los corredores y siempre encontró alfombra. Un día blanca, otro morada, y posiblemente también roja. A nadie ofendía su presencia, ni su colindancia, a pesar de constituir toda una leyenda negra. El hombre del Maletín. Humphrey Bogart o Edward G. Robinson hubieran dado la vida por interpretarlo en el cine. Ahora muchos se rasgan las vestiduras, aunque cuidándose de tener camiseta para que se vea la ausencia de pelos en el pecho. Y no solo aquí, en Colombia igual. El exsenador Otto Bula fue detenido en un restaurante al mediodía, en momento en que almorzaba, e incluso se filmó la escena de captura. Claro, se vive ‘La civilización del Espectáculo’.

La prensa colombiana se da gusto ahora, pues tenía tiempo esperando el fin de la impunidad del sujeto. Estuvo involucrado o fue beneficiario de negocios diversos, todos con la misma característica. Eran sucios. Y se puede recorrer toda la América Latina y descubrir que Odebrecht se codeó con todo lo peor…

SOBORNO E INDISCRECIÓN.- Nadie podía pensar que Odebrecht tenía melao, y que tantos contratos podían ser obra de su eficiencia en la construcción. Ahora se recuerda lo que desde hace tiempo se sabía. Las grandes empresas, y mucho más transnacionales, no solo actúan como corporaciones, lo cual son en esencia, sino como crimen organizado. ¿El soborno? Una de las tantas armas al uso.

Solo que hay que preguntarse si disparaba de frente o por detrás. Si Odebrecht ideó la estrategia que le funcionó de maravillas, o se vio obligada a utilizar procedimientos ilícitos para complacer reclamos locales. Los procesos no se iniciaron en el Tercer Mundo, sino en el primero, pues no solo Estados Unidos, sino que Brasil, al pertenecer al BRIC, subió en orden y categoría. El escándalo Odebrecht pone en cuestión la política en diversos países, y ya se sabe que no hay mal que dure cien años y que esa empresa o sus iguales no guardan secretos. Que cuando empiezan a hablar, los fiscales tienen que callarlas. No habrá fin de la impunidad, pero la impunidad tendrá que blindarse mejor…

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