¡Respeto, por favor!

Pareciera como si las pasiones políticas han dejado de lado la buena educación y costumbres que casi todos los dominicanos recibimos de nuestros padres.

Pareciera como si el afán de protagonismo, o de ocupar posiciones públicas hayan dejado a una gran parte del pueblo dominicano huérfano del respeto que merecen por ejemplo el Presidente de la República, que lo es de todos los que nacimos aquí y un prelado, Monseñor de nuestra amada iglesia católica, la que por lo menos de boca decimos la mayoría que profesamos Danilo Medina es visto por casi todos sus compatriotas como un hombre honesto, serio y trabajador, cuya vida pública y privada es de conocimiento de todos, y que además lleva en su pecho la banda tricolor que lo hace el primero entre sus iguales, eso hay que respetarlo, y así nos enseñaron en nuestras casas.

Agripino Nuñez Collado es un cura, para decirlo en el argot popular, que ha estado presente en todos los grandes acontecimientos nacionales de los últimos tiempos componiendo y buscando salidas, más de un gran problema con posibilidad de acabar en hechos de sangre fueron resueltos por su vocación de servicio y por su disposición a buscar soluciones consensuadas, merece doble respeto.

Hagamos todos un alto en esta loca carrera de acusaciones y contra acusaciones, en esta siembra de odios entre hermanos y miremos para nuestros hogares y nuestros viejos donde el respeto a un compadre, por ejemplo, estaba por encima de cualquier otra consideración, y donde la política, y la pelota, nuestras dos grandes pasiones, no nos hacían caer en groserías y desplantes que pudieran en riesgo la familiaridad y la sagrada amistad.

Volvamos a ser el pueblo unido que siempre fuimos, generoso y amable, volvamos a querernos con nuestras naturales diferencias, nuestras lógicas y entendibles aspiraciones, pero seamos antes que nada y después de todo hermanos, hijos de una misma tierra, herederos de la misma historia, dominicanos por Dios y por Duarte, ¡nuestro mayor orgullo!