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Rudyard Kipling

Al recordar el debate sobre la contradicción de Argentina con gran Bretaña acerca de las islas Malvinas, evoco el tema de la soberanía, la identidad y el reparto del mundo entre las grandes potencias.

Acude a mi recuerdo Rudyard Kipling, quien nació en Bombay en el 1865. Estando en Sudáfrica como cronista de la guerra de los Bóers, le llega la noticia de que es Premio Nobel de Literatura 1907. El mismo Borges, que tanto lo admiró, llegó a decir de Kipling: ´está urgido por una patriótica perversiónª, asumió el colonialismo como ideología durante toda su vida.

Por mucho tiempo hemos asociado a Jorge Luis Borges y a Kipling por sus concepciones conservadoras, que entraban en contradicción con las ideas que como jóvenes escritores teníamos para la década del 60.

Kipling fue coherente con sus ideas, defendió como nadie el ´derechoª de gran Bretaña a tener posesiones en todo el mundo. Para él, civilización era sinónimo de eurocentrismo, el cual debía extenderse por todo el mundo.

Después de haber leído las obras Libro de la selva, Capitanes valientes y Los siete mares, llegó a mis manos la novela Kim donde Eduardo Alonzo, en la parte introductoria, expresa: ´Kim, su mejor novela, es una inmersión afectiva en esa interioridad del autor y al predominar en ella la capacidad evocadora y sensible del narrador, queda en segundo plano esa otra cara de Kipling periodista o del hombre que se convirtió en abanderado del imperialismo. La buena obra literaria cuenta siempre con la complicidad del tiempo, “que con extrañas excusas perdona a Kipling y sus puntos de vistaª, según escribió el poeta W.H. Auden.

La antigua discusión acerca de la relación autor-obra y la contradicción entre realidad y ficción nos obligan a ser más cuidadosos al asumir la lectura de una obra literaria; tratar de trasladar la actuación de un intelectual en la vida real y lo que construye a través de su creación, nos llevó a muchos en algún momento a creer en un mecanicismo a partir de experiencias como la de Tolstoi Espejo de la Revolución Rusa de Vladimir Lenin, tomando como punto de referencia la teoría de los reflejos de Pavlov y el realismo socialista.

Con el advenimiento de un nuevo mundo caracterizado por la globalización, presenciamos la caída de las más diversas teorías y escuelas literarias, diluyéndose todos los dogmatismos a favor de criterios más abiertos e inclusivos. Al leer esta novela de Kipling, me convenzo una vez más de que no siempre van unidas la ética y la estética.

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