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PENSANDO

“Vivir con principios”

¿Cómo se puede vivir sin principios? Fácil, apartándonos de todo lo que signifique respeto a sí mismo y dando riendas sueltas a la codicia inherente a las grandes injusticias que se viven en la práctica de la mala distribución de las riquezas, que nos impide ver que existe una riqueza espiritual en la que solo nosotros tenemos el control de distribuirla equitativamente entre nuestros semejantes. Cuando se nos impide obtener un beneficio, en la mayoría de los casos nos encolerizamos y no pensamos que la pérdida de nuestra razón indica la falta de una razón mayor. Entendamos que si nos roban un buen traje, no tenemos por qué despojarnos de nuestra ropa interior que es la que precisamente cubre nuestro pudor. Observemos detenidamente sin envidia al hombre que posee honores, y si sus títulos y grandeza suscitan tu indignación, trata de averiguar cómo lo obtuvo, por qué medios llegó a poseerlos y posiblemente tu envidia se convertirá en piedad. Hay fortunas que tienen un precio muy alto cuando se entregan los principios de honestidad; por esa simple, pero gran razón, la sabiduría te hace rechazarla. ¿Será el precio de los títulos la adulación? ¿De qué manera compra el hombre el poder si no es haciéndose esclavo de quien lo da? El principio de libertad aplicado a la soberanía es tan elevado que no quisiéramos perderla cuando pensamos que alguien sería capaz de quitárnosla; entonces, la reflexión del principio del honor es tan sublime, que el solo hecho de defenderlo como virtud te aleja de la envidia, porque cuando nos regocijamos con la felicidad de otro, aumenta la nuestra. Este acelerado proceso de avance tecnológico que envuelve a una generación que reniega el valor de actuar con principios, compromete a los individuos de formación moral e ideológica, a asumir el deber ineludible de traspasar a esta nueva generación la energía capaz de enriquecerlos espiritualmente, en base al valor de una formación conceptual inherente al crecimiento humano de las personas frente a los vacíos existenciales propios del difícil camino hacia la conquista de la riqueza espiritual. Siempre debemos diferenciar lo que es la riqueza material de la espiritual, ya que apoyados en principios podremos solventar lo más importante del bienestar humano que solo se obtiene con la riqueza espiritual.

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