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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Los abandonados

“Jesús, seguido por mucha gente de Galilea, se fue con sus discípulos a la orilla del lago. Cuando supieron las grandes cosas que hacía, también acudieron a verlo muchos de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del oriente del Jordán y de la región de Tiro y Sidón. Por esto, Jesús encargó a sus discípulos que le tuvieran lista una barca, para evitar que la multitud lo apretujara. Porque había sanado a tantos, que todos los enfermos se echaban sobre Él para tocarlo”.

Las masas abandonadas constituyeron realmente para Jesús el punto de partida de su ministerio. Y fue así no gracias a que las multitudes lo seguían como el Hijo de Dios, que vino a perdonar sus pecados y salvarlos de la perdición, sino porque su aparición fue con señales y milagros entre el pueblo como sanador, el taumaturgo prodigioso que con su palabra o el toque de sus manos curaba a los enfermos por completo de sus azotes y aflicciones corporales.

En una breve descripción, Marcos resume los conflictos, sanaciones y exorcismos realizados por el Maestro y el impacto que todo esto produjo, al punto de convertirlo en una figura popular y reconocida. Sin embargo, Jesús evitaba ser aclamado por la gente con una percepción equivocada de su persona y su misión. En efecto, ‘los abandonados’ venían a Él porque había sanado a muchos de sus dolencias y azotes físicos; pero ese no era el fin último de su llamamiento, sino la proclamación del reino de los cielos.

Un pueblo con una idea clara y correcta de Jesucristo habría entendido que es más importante curar las plagas y enfermedades del alma, de nuestro corazón. Él puede también sanarlas con una palabra. La gente consciente de esto se hubiera apresurado más y más en buscar a Cristo para ser limpiados de estas pestes y librados de los enemigos de su alma. (Ver Marcos 3:7-12).

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