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PANCARTA

Al segundo engaño, “el culpable soy yo”

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RAÚL PÉREZ PEÑA (BACHO)Santo Domingo

La sabiduría popular es profunda como los océanos y un manantial de advertencias para que no se alegue ignorancia ni sorpresas.

Con siglos y vueltas al mundo, un proverbio árabe asume múltiples expresiones, pero nunca altera su mensaje. En una versión original dice: “La primera vez que me engañes, la culpa será tuya; la segunda vez, la culpa será mía”.

Se aclara que la oposición del sistema no entraña la oposición al sistema. Este mensaje no es de la farmacia Mella, pero también es hijo de la sabiduría popular, aunque lo rechace gente del “Bloque Opositor”.

EL PLD volvió a imponer su soberbia y mala fe con la integración de la Junta Central Electoral. Obviamente no se pretende meter en el mismo saco a todos los recién designados. Pero la esencia no cambia con sacarle su plato aparte a fulano o zutano del nuevo jurado. En otras palabras, la excepción lo que hace es confirmar la regla, pero no la cambia.

Tampoco cambia la regla el Colegio de Periodistas con una felicitación que debiera “equilibrarse” con un balance a la contaminación palaciega del ejercicio.

Entonces, si el “Bloque Opositor” pasa la página del “choteo” oficialista con la “nueva JCE”, no podrán quejarse de quienes interpreten que le están “haciendo el juego” al montaje. Ignoran que en esa Junta está la obra y la mano de quien declaró querer “mi Congreso”, mis alcaldes, mis regidores y, en consecuencia, mis jueces y mis cortes.

La sabiduría milenaria china cita “la palabra pronunciada” y “la flecha lanzada” entre las cosas que nunca vuelven atrás. Tampoco se revierten sus proverbios sobre tiburones y otras especies podridas. Craso error sería pensar que hay un pueblo insensible a los desafueros morados, mediáticos y de los mentores de la sociedad servil.

La “nueva” JCE no es el primer engaño palaciego. Su cola muestra dos, tres y múltiples premios al transfuguismo politiquero, a la genuflexión difundida, y a la complacencia con una sociedad civil muy agradecida, con sobradas razones. Quienes se sientan nuevamente engañados, deben admitir o compartir las culpas de lo acontecido.

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