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Economía, política y poder

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

Supongo que algunos lectores de En Plural se sorprenden por la diversidad de los temas que abordo, ubicándome en mis dos profesiones, educación y política.

Resulta que la política es, mucho más ahora, pero desde siempre, una ciencia y un arte, cuyo objeto es estudiar y manejar EL PODER.

Como trata del poder, y este se manifiesta no solo en las “48 leyes” que interpretan y amplían el clásico “Príncipe” de Maquiavelo, la política, y los políticos, como actores de ella, hemos de ocuparnos de todo el vasto universo en el que se libran batallas feroces por el control de ese poder.

Desde que los seres humanos, más bien los HOMBRES decidieron abandonar el comunitarismo primitivo y se aferraron, codiciosos, deslumbrados a la propiedad privada, LA ECONOMÍA condiciona la historia, como elemento decisivo.

La “propiedad privada” acumulación de tierras, pieles, instrumentos, de mujeres que multiplican con hijos un “capital humano” que trabaja para el “páter familia”, daba PODER. No lo he investigado a fondo, pero induzco que los jefes de tribus y hasta los sabios chamanes no solo acumulaban saberes, sino propiedades, para ostentar poder.

Las distintas versiones que se han ido dando de la economía, desde la izquierda o la derecha, y de la política, tienen que ver con la interpretación que se deriva de ese punto de inflexión que es la propiedad privada.

Marx lo explicó magistralmente, lo entendió hasta el punto que su creación ideológica, se titula: “El Capital”, y es economía aplicada a la ideología de la política.

El poder, núcleo de la acción política se desnuda en el marxismo, enseñando una anatomía de huesos y músculos entrenados en el gimnasio de la explotación, la opresión.

Las tiranías, sean de izquierda o de derecha, asumen la receta. Miro a mi alrededor, ahora, miro en mi país, busco en los textos de hijos y nietos economistas, definiciones de la economía, reviso programas de universidades de aquí y de fuera y comparo. Cuestiono a mis parientes sobre sus profesores.

Los textos difieren en cuanto a definir la economía, las formas de explicar la Micro y la Macro. No es lo mismo leer a Amartya Sen o a De Ramón que a Hayek o a cualquier otro pupilo de la Universidad de Chicago, comúnmente llamados los “Chicago Boys” que construyeron al neoliberalismo su armazón mercantilista en fórmulas y cifras tramposas.

Unos, porque son demócratas o socialistas democráticos, presentan la economía como “ciencia del bienestar”, hablan de redistribuciones de bienes y servicios; otros, aunque soslayadamente al plantear la soberanía del mercado abjuran de la democracia por rendirle culto a ese “rey-dios”, expresión exacerbada de economía controladora de la política, del poder.

El PODER, entendido como facultad ejercida participativamente en democracia por los ciudadanos, es concentrado en pocos cuando se funda solo en la economía. Ejemplo de esas posiciones sobre poder, disímiles es un caso que conozco, una profesora sectaria que en una universidad, que al mencionarle un alumno a Amartya Sen dijo, que “ese Nobel era inmerecido”, y se confesó “nieta pedagógica” de Hayek. Lo peor, enseña en sus clases, una sola versión de la economía: la neoliberal, y rechaza cualquier criterio distinto. Al conocerlo, sufriéndolo en carne propia, familiar, este caso me indigna. Una cosa es libertad de cátedra y otro adoctrinamiento, sectarismo que en una academia no cabe.

Al implantar esta barbaridad académica en la hipótesis de este En Plural, la entenderé, aunque por supuesto, no la comparta.

En República Dominicana, el concepto PODER, se asume y se aplica desde la derecha, en ese espacio dominado por esa economía que pretende, y lo ha logrado por ahora, avasallar la política, haciéndola su “sierva”, o peor aún, hacerla desaparecer en Estrategias Nacionales, en que todo se vuelve guarismos, y se entiende por Desarrollo el Crecimiento económico, y punto.

Lo han logrado con la fuerza que da el poder afincado en la economía, de una sola cara, la acumulación que no reconoce ni admite la redistribución de bienes y servicios a quienes los producen con su trabajo, y con sus impuestos, pero no será por siempre.

El imperio del PODER económico, desprovisto de solidaridad, humanismo, de equidad, de libertades, puede y debe cambiar, en nuestro país y en el mundo.

La política y la economía deben aparearse y dar a luz un poder compartido. Muchos lo han soñado, lo esperan, lo necesitan. Consciente de que para modificar una situación hay que conocerla, y socializarla, es por lo que husmeo, estudio y me atrevo hasta describir en este En Plural de hoy: balbuceo de ideas de una política que sigue siendo alumna, porque es maestra.

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