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EL BULEVAR DE LA VIDA

Verdades como puños

HORA DE GOLPEAR

Ahí están nuestras “verdades como puños”, que tanto gustaba decir a los socialdemócratas cuando habían. O sea que, -puño en alto- queda pendiente la tarea de golpear nuestros males ancestrales, sempiternos, los de siempre. Hablo de distorsiones y perversiones, malas prácticas diagnosticadas, “funglodizadas”, e incluso constitucionalizadas, como el caso de la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo, más consensuada que los amores de conveniencia y la prostitución de un solo dueño.

UN DEVANEO PRIMERMUNDISTA

Esta semana tocó el turno a los accidentes de tránsito. Así, gracias a un reporte del sistema 9-1-1, que es un devaneo primermundista de un país del tercero, (donde gente con maestría dice “habemos”), sabemos que solo en el Gran Santo Domingo la pasada semana ocurrieron dos mil 37 accidentes, doce cada hora, 288 cada día. Como también sabemos, que de cada diez accidentes en siete hubo un motorista envuelto. Y si algo faltaba, en su 60 aniversario el Record Guinness ha vuelto a calificarnos como el lugar más peligroso del mundo para circular por carretera. ¡Joder! Ahí están unos datos del tránsito, que han tenido como respuesta una excelente campaña de información, persuasión y educación de la parte de la DICOM de Presidencia, pero que de muy poco servirá si no va acompañada de la aplicación de un régimen de consecuencias, y el restablecimiento de la autoridad perdida de los agentes responsables de aplicarlo. No es la conciencia ciudadana, la educación ni la espiritualidad budista o cristiana, sino la penalidad, la multa inevitable lo que provoca que el mismo ciudadano dominicano que anda sin orden ni “prigilio” por las calles nacionales, llegue a Madrid y de inmediato comience a respetar las leyes cruzando La Gran Vía, entrando por Callao, amor. Las violaciones a nuestras leyes no es por falta de información sino por falta de autoridad. ¡Y eso sí que es grave y conduce a la arrabalización institucional que padecemos.

TEMO RESPONSABLE Y SIN TEMOR

Lo mismo ocurre con nuestro modelo de producción económico. Recientemente, en una conferencia ante la Cámara de comercio y producción de Santo Domingo, el ministro de Industria y Comercio, Temo Montás, alertaba sobre los indicadores de nuestro modelo económico, el mismo que, como los médicos allantosos, operan bien, con estilo y buenas formas, pero el paciente se les muere. Montás comenzó destacando los avances materiales del país en las últimas dos décadas, pero de inmediato soltó el PSE, o sea, “Pero sn embargo”, porque nuestra economía crece pero no genera empleos como debiera, la mayoría de ellos (57%) son informales y de mala calidad, y de los que podemos llamar “formales”, la mayoría son empleos públicos, no necesariamente productivos. Y todo esto no tiene el impacto que debiera en nuestro niveles de pobreza que no guardan ninguna relación con nuestro impresionante crecimiento económico, nuestra estabilidad macroeconómica, inflación controlada, entre otros nerudianos versos que canta muy bien el coro del Banco Central. En un inusual acto de franqueza política y honestidad profesional, el influyente miembro del Comité Político (uno de los tres principales responsables de echar al PLD y a Leonel Fernández en el anhelado pozo de poder de la Presidencia de la República hace ahora ya 20 años) admitió la baja competitividad de nuestro aparato productivo, o el grave hecho de que a pesar de nuestro crecimiento, nuestra producción industrial no ha hecho si no perder incidencia. Y entonces sonó el bolero: “¿Y entonces?”

LA ADVERTENCIA

Si todo esto fuera poco, en la entrevista de esta sábado en McKINNEY para Color Visión, nuestro invitado, el profesor Miguel Ceara Hatton, un economista de gran prestigio académico y principal asesor del opositor PRM, nos advertía -citando datos oficiales- del peligro que representa para el país su alto nivel de endeudamiento, tanto en relación con la producción nacional (PIB), como con las recaudaciones proyectadas, y el perfil, composición y tasas de esa deuda. Como ven, en el tema del tránsito o del endeudamiento, el clamor es el mismo, es la misma advertencia porque no existe en estos temas, no existe el “dulce abismo” al que remite el profesor Rodríguez Domínguez, y siempre son las mismas verdades las que nos golpean. ¡Verdades como puños!

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