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IDEANDO

“Un país castigado por el hambre”

Es una caricatura de país. Una sombra de nación que vive de la tierra y la caridad. Un conglomerado humano cuyo norte es la fatalidad. Una semi nación cuyo progreso se quedó en una “remota lejanía”.

“Un país castigado por el hambre”. Una nación presidida por la mafia de tiranos, hampones y canallas.

Hablo de una nación hacinada por la tragedia y la ignorancia. Un país sin sueños, sin heroísmo y sin Dios.

Una nación que lleva un macuto de tristeza en su historia. Una sociedad de hambre y terror. Una patria de polvo y fatalidad. Un pueblo sin cabeza y sin esperanza. Se trata de una multitud desdichada a la que tenemos que mirar siempre : cada vez que las lluvias se llevan sus casas de cartón, cada vez que los vientos desnudan su miseria, cada vez que el planeta estornuda.

Hacia ese oeste del llanto miramos siempre. Unas veces con penas. Otras veces con ira. Casi siempre con piedad.

Esta ayuda de ahora no ha sido una excepción. La generosidad nuestra ha sido puntual siempre. Hasta allá hemos llegado sin que nos llamen, sin cita previa, simplemente por amor al prójimo, por solidaridad, por compasión. La magnanimidad de nuestro pueblo nos convoca espontáneamente ante cada desgracia.

Este gesto debe verlo todo el mundo. Los que prometen y no cumplen, los que hablan porque les pagan por hablar, los que posan frente a las fosas comunes para que los vean, los que nos tildan de apátridas, los que critican nuestras reglas migratorias, los que son solidarios solo de palabras, en fin, los que viven de los pobres haitianos.

Esas imágenes de nuestra generosidad hay que guardarlas para que las muestren en los mismos tribunales donde llevan sus querellas los que nos acusan de racistas. Esas imágenes, y muchas otras que se dan en las emergencias y en las salas de partos de nuestros hospitales, hay que exhibirlas en todos los canales de televisión del planeta, para que el mundo vea de qué manera nuestro pueblo auxilia a los pobres haitianos en sus nuevas y viejas calamidades.

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