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JCE y Suprema sondeo

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Cuando la oposición política del país planteó hace un tiempo que si los miembros de la JCE y de otros dos órganos no eran escogidos conforme a un perfil al que ellos le dieran el visto bueno “aquí no habría gobernabilidad”, creemos que se extremó la nota y se incurrió en un tremendismo.

Porque, aun cuando reclamos y demandas provenientes de sectores contrarios a los que gobiernan siempre sean normales y legítimos en democracia - y forman parte del rol de contrapeso que debe jugar la oposición-, lo cierto es que nadie tiene el derecho a enrarecer el clima de tranquilidad de una nación ni a empujar a la creación de un ambiente de ingobernabilidad, que ponga en riesgo su estabilidad institucional. Se exige y se llega hasta un punto, pero sin llegar a extremos que, incluso, puedan poner en entredicho la seriedad o el respeto de sectores importantes de la población por quienes hacen las demandas. ¿Han reparado en eso, por ejemplo, representantes del PRM ahora en coincidencia con varios grupos políticos, animados a reclamar en las calles cosas que todos saben que solo son dables cuando hay una concertación política del alto nivel del diálogo que coordinaba monseñor Agripino Núñez Collado, en la PUCMM?

La oposición debe aprender, para que no siga dando palos a ciegas, no solo de sus propios errores, sino del éxito de los otros en distintos procesos. Ojalá que, pese a toda estridencia o amenaza imprudente, por lo bajo se esté cocinando ya la posibilidad de un acuerdo definitivo, y tranquilizador, para poner fin al expediente particular de integrar una nueva JCE.

Lógico, un acuerdo que no dé motivos a ruido, en el que todas las partes queden satisfechas, obligaría a uno que otro “sacrificio”, aun a sabiendas de capacidades y méritos acumulados. Siendo así, la decisión principal pudiera recaer en alguna figura poco “bailoteada” o ni siquiera evaluada, por no haber necesidad. Hurgando en la lista de posibilidades, hay nombres interesantes. Nos aventuramos, sin embargo, a sacar uno: magistrado Julio César Castaños Guzmán, extitular de la JCE, actual vicepresidente de la Suprema Corte de Justicia, hombre de iglesia, manso, y del aprecio de influyentes de la empresa y los medios de comunicación.

Si fuera la salida, el dilema vendría al “relevo” de Mariano en la Suprema.

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