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Tiempo para el alma

“¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?”. Lc. 13: 15, 16.

La historia es esta: Jesús predicaba un sábado en el templo, y entre otras personas, sana a una mujer a la que “un espíritu tenía enferma por 18 años”. Al ver que Jesús sanaba en sábado, el jefe de la Sinagoga lo regaña diciéndole que tiene otros 6 días de la semana para hacer esta labor en vez de el día sagrado y de reposo.

Y es cuando Jesús con autoridad divina llama a él y a sus compañeros “hipócritas” por ceñirse a la ley y no a la buena obra. Y aquí quiero detenerme en un punto que solemos mantener al margen en esa muy conocida cita bíblica; no me referiré al trabajar o no el día de reposo, sino a esta comparación que hace Jesús de la dolencia física y espiritual con una atadura que, siendo sanada por él, se convierte en una liberación. Pero además, nos confirma esa similitud que vemos en otros momentos de la Biblia, de la comparación de lo divino con un “río de agua viva”.

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