Sábado: descanso y beneficio

“Un día de reposo (sábado), Jesús caminaba entre sembrados, y sus discípulos, al pasar, comenzaron a arrancar espigas de trigo. Los fariseos le preguntaron: ‘Oye, ¿por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en los días de reposo?’. Pero él les dijo: ‘¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David en una ocasión en que él y sus compañeros tuvieron necesidad y sintieron hambre? Pues siendo Abiatar sumo sacerdote, David entró en la casa de Dios y comió los panes consagrados a Dios, que solamente a los sacerdotes se les permitía comer; y dio también a la gente que iba con él’.

En efecto, el día de reposo fue instituido por Dios para benefi ciar al ser humano; no como tarea ni esclavitud.

El Creador le daba así a sus criaturas un día para descansar de su trabajo y para serle de bendición. Su objetivo era ayudar al hombre para que viva una vida abundante. Sin embargo, los fariseos transformaron este día en una carga, agregando regulaciones humanas. Cuando el hombre reduce la ley a un mero despliegue de apariencias externas restringe su libertad y se priva del verdadero gozo.

Esta vez, Jesús afi rmó enfáticamente que él era mayor que el día de reposo; otra forma de decir que él era Dios. Sobre la base de esta autoridad, Jesús podía rechazar las indicaciones de los fariseos respecto al día de reposo y restablecer la intención original de Dios para que el sábado fuera una bendición y no una carga.

Jesús concluyó: “El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo. Por esto, el Hijo del Hombre tiene autoridad también sobre el día de reposo” (Marcos 2:23-28).