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Pregunta: un Cunha en el Congreso RD, ¿existe?

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Raúl Pérez Peña (BACHO)Santo Domingo

La trayectoria que lleva el exdiputado brasileño Eduardo Cunha trasciende la demarcación territorial de su país y sube a la órbita internacional con ribetes noticiosos insospechados.

El temerario exjefe de la Cámara de Diputados asumió un gran protagonismo en el cuestionamiento a Dilma Rousseff y su destitución de la primera magistratura de Brasil, colocado en el más estrecho anillo del presidente sustituto Michel Temer.

Pero la ruta de Cunha sufrió un repentino vuelco al convertirse en blanco de las indagatorias judiciales del mayúsculo escándalo de corrupción de la corporación Petrobras.

De acusador a reo saltó el otrora megainfluyente “número uno” de la Cámara de Diputados.

Hasta hace menos de 100 días, Eduardo Cunha se ufanaba “por haber ayudado a que Brasil se librara de uno de los gobiernos más corruptos que ha tenido”.

Pero detrás de ese “poderoso” legislador se escondió siempre un corrompido de marca mayor, ejecutor de una gama de acciones corruptas que dejan con la boca abierta al más frío observador.

No son dos ni tres las partidas de millones de dólares en las que autoridades brasileñas citan a Cunha, dentro y fuera de su país.

¿Es Eduardo Cunha un legislador de silueta y conducta extraterrestre en comparación con sonados casos en República Dominicana?

Los archivos de medios impresos, digitales, radiales, televisivos y del universo de las redes sociales, revelan abundantes escándalos similares al de Cunha, precisamente de legisladores.

Se rememoran dos, tres y muchos más legisladores tan “vehementes” como el mismo Cunha “en la defensa de su honor, su historia y su nombre (apellido incluido)”.

Mientras tanto, el futuro de Eduardo Cunha sigue tan incierto como el panorama político de Brasil y sus perspectivas.

En República Dominicana no se advierten ni señales de que algo dramático con sana orientación pueda acontecer a corto plazo en un gobierno con su Congreso y sus legisladores, con su justicia y sus jueces y con todo lo que requiera cada caso.

Mientras tanto, debe insistirse en que solo el pueblo salva al pueblo.

Nuestra historia es copiosa en pautas patrióticas, como el Abril de siempre.

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