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VIVENCIAS

Es de bien nacidos ser agradecidos

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Juan Francisco Puello HerreraSanto Domingo

Leo con estupor la reseña en los diarios sobre la posición de la élite haitiana, que no quiere ayuda del gobierno dominicano para mitigar otra desgracia en Haití con el paso del huracán Mathew, de las tantas que le esperan. No salgo del asombro, cuando dice esa élite haitiana, que considera como una “invasión” de alimentos dominicanos la ayuda, que podría hacer que Haití dependa en el plano alimentario de República Dominicana, considerando, que hay que estar alerta contra la solidaridad de República Dominicana para ayudar a los haitianos damnificados, ya que esos alimentos donados podrían ser de mala calidad.

Además, para este grupo de “intelectuales”, la ayuda alimentaria y de materiales para la construcción y reconstrucción de viviendas de los dominicanos hay que rechazarla, alegando que es enviada “aprovechando la situación para deshacerse de sus productos, buenos o malos”.

Pero de qué está hablando esta élite haitiana. Parecen olvidar, que si no fuera por su “vecino” más cercano hace tiempo que se hubieran devorado unos con otros. Haití, ni siquiera puede ser considerado como Estado nación, porque este concepto es un todo, no solo es una unidad territorial, sino una organización política, donde debe imperar el orden y la seguridad. La denominada República de Haití, no es capaz de garantizar a sus ciudadanos una vida digna. De eso nos hemos encargado los dominicanos. He sostenido durante años, que los males de Haití tiene un solo responsable de su desgracia, la clase dominante, léase, los ricos empresarios, “intelectuales” y afrancesados.

No pretendo contribuir al supuesto prejuicio antihaitiano, pero indigna cuando leo esta falta de agradecimiento que contrasta con lo expresado por el empresario Jean Robert Argant, quien alerta para que Haití no sea dependiente en el plano alimentario de los dominicanos, cuando la mayoría de los productos que consumen los haitianos son dominicanos, sus compatriotas trabajan libremente en la República Dominicana, se curan en hospitales dominicanos y cruzan la “frontera”, ida y vuelta diariamente, porque en su país no hay modo de vida decente.

Este tema tan delicado como espinoso tiene varias lecturas. Pero es tiempo que los gobiernos de turno en República Dominicana, entiendan dos aspectos importantes en la relación con Haití. El primero, que estaremos condenados a unir nuestro destino con Haití, desde la perspectiva de subsidiarlos, hasta tanto no contribuyamos seriamente con su desarrollo. El segundo, tiene ver con preservar la dignidad, que en buen dominicano, se traduce de esta manera, “quien mucho se abaja mucho se le ve”.

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