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EN PLURAL

Elección promisoria

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

Voy a contar un capítulo de la historia de la Social Democracia del que fui testigo.

Lo recuerdo, emocionada ante la buena nueva de la elección de António Guterres, como próximo Secretario General de la Naciones Unidas (ONU). Él fue, indiscutiblemente un protagonista de lo que evoco en este En Plural.

Fue 1999 en París, en una Asamblea de la Internacional Socialista. Los partidos afiliados llegaron al encuentro preocupados, se preveía que la tensión entre dos corrientes de pensamientos complicaría la Asamblea.

Desde que Francis Fukuyama decretó la muerte de la historia y la desaparición de las ideologías, se formaron dos tendencias en la Internacional Socialista: una, fiel a los postulados de Frankfurt; la otra, coqueteando con Fukuyama, sobre todo con la versión económica de Hayek, compatibilizando el Estado de Bienestar con el Mercado.

Se esperaba que en la Asamblea de París se dirimiera el conflicto. Así fue, el bando que defendía la pertinencia de la ideología social demócrata, estado de bienestar incluido, lo encabezaban Leonel Juspin, presidente del Partido Socialista Francés, el impetuoso Felipe González de ese tiempo, y António Guterres, primer ministro de Portugal, Presidente del Partido Socialista de su país.

La otra vertiente, que formalmente no abjuraba de las ideologías, pero la matizaba con un pragmatismo cercano al neoliberalismo, virando peligrosamente a la derecha, la encabezaba, Tony Blair, quien luego fue Primer Ministro de Inglaterra.

A Felipe González y a António Guterres, los había tratado en Santo Domingo en reuniones de la Internacional Socialista.

A Leonel Juspin lo había visitado en 1976, regresando de mi viaje a Alemania. Lo admiré desde entonces, era un socialista de pies a cabeza, uso todavía en mis clases frases suyas que son sentencias sabias. Al único que no conocía era a Tony Blair.

Desde mi asiento como delegada del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), asistí al espectáculo de un combate en que las palabras, en varios idiomas cruzaban como espadas, como rayos, eran ondas eléctricas que llegaban hasta los presentes y nos sacudían la razón y la emoción. Los traductores que se esforzaban por seguir a los expositores, a veces vacilaban, no sé bien si por la velocidad y la vehemencia con que exponían como si se sintieran impactados igual que nosotros.

Dos gladiadores brillaron desde el podio, enfrentados, representando cada uno versiones diferentes de lo que debía ser la Social Democracia, eran Tony Blair y António Guterres.

El inglés se despojó de su flema británica y elevó su voz, incluso gesticuló para presentar su tesis, una utilización astuta, sesgada, de la Tercera Vía de Anthony Giddens.

Como dice el refrán: “Le vi el refajo desde el principio”, en la argumentación dejaba huecos por donde asomaba, ese fatal “fin de la historia y de las ideologías” para dar paso al mercado.

António Guterres me enganchó en una concentrada atención que se fue convirtiendo en absoluto asentimiento, un compartir cuanto decía, y como lo decía, sobre la Social Democracia, enfatizando en los valores y principios que hicieron válida esa ideología, por encima de errores en su aplicación.

Hablando en portuñol algunas veces, otras en su idioma limpiamente, rebatió cada argumento de Blair, expulsó a Maquiavelo del debate y plantó entre nosotros el estandarte de un socialismo con libertades, utópico, bello.

Y de repente, sentí a Peña Gómez presente en el salón.

Porque el discurso enérgico, convincente, lógico, de fragua, de Guterres, sobre la Socialdemocracia, era el mismo al que Peña Gómez nos enseñó.

António Guterres ganó esta batalla entre aplausos. Su actitud y su discurso fueron apoyos para Felipe González, a Juspin y los latinoamericanos presentes y que necesitábamos creer en la ideología que Fukuyama intentó destruir y que recuperamos en esa histórica reunión en París. El portugués, además de esa victoria, se llevó a su país otro premio: la Presidencia de la Internacional Socialista, que conservó hasta 1995. ¡Una gestión digna de su discurso parisense!

Otra batalla por la Social Democracia se perdió luego, Oskar Lafontaine lo cuenta en un libro-testimonio. Pero esa es otra historia, aún se está escribiendo en una Europa que gira sin remedio a la derecha.

António Guterres a su vez, siguió con su verbo y su acción, abriendo trochas después de 1999.

A partir del 1ro. de enero del 2017, será el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Estoy segura de que asumirá su nueva misión con valentía, sabiduría, con sus valores a tope, como lo hizo para rescatar la ideología hace 17 años en París.

En medio de las guerras que desgarran el mundo que a él se le confía, su presencia en la ONU despierta la esperanza en quienes conocemos a él y a su bitácora.

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