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EL BULEVAR DE LA VIDA

Vencida pasión de Patria

SOLIDARIDAD Y una vez más, la solidaridad dominicana hacia Haití trágica y empobrecida. Raciones alimenticias, materiales imprescindibles, equipos técnicos y mil hombres para mitigar el desamparo de un país desamparado, lo que está muy bien y bien verían Jesús, Buda, y Mahoma, pero el asunto es más grave, pues, más allá de esa mano amiga que somos para Haití, es más importante para el presente y el futuro de ambos países que el gobierno dominicano se decida -justo ahora que, política, electoral, empresarial y macroeconómicamente las tiene todas consigo- a organizar y aplicar nuestras leyes en el plano migratorio y en el laboral también. Hablo del desmonte de las viejas mafias cívico-militares encargadas de introducir indocumentados a nuestro territorio, para trabajar (ilegalmente y por eso sin derechos ciudadanos) en los diversos sectores productivos o de servicios, que ya abarcan desde la agricultura, la construcción y hasta el servicio doméstico. Una pregunta preocupa, ocupa y desconsuela: ¿Qué sería de nuestra agricultura, de la construcción, de todo lo que es trabajo duro, sin la mano de obra ilegal e indocumentada de los ciudadanos haitianos? De ella depende en gran medida el ritmo y la rentabilidad de importantes sectores productivos y de servicios del país… ¡y eso sí que es grave! CERRADO EN BANDA Mientras extiende su mano solidaria hacia el vecino país, el gobierno nacional sigue “cerrado en banda”, negado a institucionalizar la nación en un tema tan fundamental como el laboral y el migratorio, a pesar de sus buenos tiempos políticos, electorales y económicos, que ya dije. El país se arrabaliza institucionalmente, con la inacción, el “amagar y no dar” y el “vengo ahorita” gubernamental. Un dato demoledor demuestra la gravedad del asunto: a pesar de la existencia de normas y leyes migratorias y laborales, en lo que va de año 2016, hasta hace unas semanas, apenas cinco empresarios habían sido penalizados por contratar extranjeros indocumentados. ¡Y así no hay pollo que llegue a gallo”, ni lámpara que alumbre después de las diez.

DE INESPRE A LA UASD Superada en términos formales -que no ideológicosla tiranía trujillista, los gobiernos dominicanos, se han negado durante 50 años a institucionalizar al país, algo indispensable para vivir en la civilización y evitar la barbarie; oiga usted, ombe, que por ahí es que le entra el agua al coco. Ajusticiamos al tirano pero no desmontamos la tiranía.

Sacamos del poder a su delfín más aventajado, pero heredamos de él sus malas prácticas, al punto que con los años y nuestras malas acciones, lo fuimos justificando ante la historia, hasta convertirlo para las nuevas generaciones, en una especia de rey-vindicado. Íbamos de decididos constructores de una democracia anhelada, y ya ven, llegada la hora del poder, desde Inespre hasta la UASD, lo único que hemos sido capaces de democratizar ha sido la impunidad, la irresponsabilidad ciudadana, y esa corrupción fantoche, ¡tan generalizada, celebrada y reconocida social y mediáticamente en todas partes!

PASIÓN Y AUSENCIA Esta tolvanera loca de robo y desacato, no es ya solo cosa de una élite que viene desde Trujillo y anda ya por sus biznietos, sino que es una práctica inoculada en todo el tejido social del país, y está por todas partes, al extremo de que los medios y las redes la divulgan incluso cuando no ocurre. Por eso la delincuencia de los de abajo es un rayo que no cesa, porque la desvergu¨enza de los de arriba no para de crecer como Milano, y se acepta y se celebra como si fuera tu beso tierno frente al mar y su bahía.

LA CITA Corruptos preferidos de cada quien, ganas de morirse de cada cual, el arte de lo posible justificando lo imposible. Y es aquí donde entra, maldita, la cita de mi dilecto Joaquín Umbrales: “Le vendo una pasión por una patria, o si prefiere, le regalo el corazón por un olvido”.

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