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EL CORRER DE LOS DÍAS

De micro relatos, casicuentos, relatos súbitos, y mini cuentos

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

Los llamados “micro relatos”, relatos súbitos, o mini cuentos, fueron en los mediados de los años sesenta del siglo XX, un virus que contamino a muchos de los jóvenes escritores. Yo me inscribí de los primeros, zambulléndome en su marejada sin saber que, en el bajo fondo de la prosa aparentemente límpida, había tiburones como los de agua dulce que viven en las corrientes de los lagos de Nicaragua. Puedo calificar aquello de obsesión, y llegue a publicar varios en la famosa revista mejicana El Cuento, luego de haber escrito algunos debido a mi conocimiento de autores centroamericanos, entre los cuales recuerdo con afecto a un salvadoreño de ascendencia literaria borgiana, con quien tuve una amistad que luego de habernos conocido en México, en 1968, se perdió en cartas y en distantes afectos; me refiero a Álvaro Menendesleal, (1931), quien en 1962 publicara en San Salvador su libro “Cuentos Breves y Maravillosos”, quizás el primer intento de hacer de los casicuentos, o mini cuentos, un género literario estable dentro de una calidad también sólida.

Mis mini cuentos tuvieron sus tropiezos, y un buen día o malo tal vez, Manolo Rueda, quien en su última reencarnación debió haber sido miembro de la Santa Inquisición, me llamo asombrado de que una cuentista mejicana casi copiara, en la misma revista El Cuento donde apareciera, mi relato titulado El Escritor, en la que un autor se daba cuenta, cientos de años después, de que había olvidado colocar la cinta en la máquina de escribir.

El cuento diminuto tiene un poco o mucho de la poesía. Si fuera levantador de pesas, deporte que se llama, para fines de complicar las cosas, halterofilia, diría que hacer un mini cuento exacto, preciso, como uno de los teoremas euclidianos, algo que puede quebrar los testículos literarios de cualquier escribidor. Si en el tercer pujo te crujen, y sientes desplomarse el relato, mejor déjalo, porque de todos modos si no eres tú el quebrado, lo será tu prosa, que, siendo femenina, como toda prosa, resultaría mal parada con la quebrantacion...

Los organizadores de este evento atlético a mansalva, védico por lo esotérico, me han pedido leer algunas de mis travesuras literarias llamadas del modo que antes he señalado, y de otras maneras, diversas denominaciones casi sabores distintos, como ciertos dulces chinos que poseen una mezcla que el paladar deberá desenredar o terminar considerando que esta frente a un nuevo sabor. Comenzaré esta lectura con algunos casicuentos viejos, y con alguno nuevo, hecho como una flor de Mieses Burgos, rosa inventada al “desgaire” que, flotando, dejaba el hueco vaporoso de su perfume en el aire con calidad de herida desangrándose. Y era, como dice el poeta, una herida poética, y pienso yo que prima hermana o hermana putativa de la poesía, porque antes que relato, el casicuento es una metáfora y antes que metáfora, es poesía en estado de genética. Poesía potencial, si le damos la razón a Tomás de Aquino, quien veía futuros en las potencialidades de la creación.

Quiero dedicar este mini cuento ideal al poeta Mieses Burgos, con la intención de que si existe un ruiseñor que silba de admiración, toda rosa pueda volver a su estado natural, a la nada y el vacío, como el imaginario pájaro azul de Maeteerlinck, cuyo canto estoy inventando hasta sentir el disparo del cazador de trinos que lanzándole un proyectil a su melodía hiere sus notas desangrándolo en follaje, donde sus glóbulos, también azules, se esparcen y motivan los nuevos colores del bosque.

La rosa que confusa se lanzó en brazos de la brisa cansada de divulgar el mismo perfume, se desplomaba al compás del ventarrón que la iba deshojando y convirtiendo en solo un tallo breve; pero de pronto, cuando ya no era flor, el silbo de un ruiseñor azul experto en rosas, la volvió a componer resucitando su antigua corola para que el poeta pudiese escribir cada mañana el mismo verso en el idéntico poema.

“Cuando la rosa muere deja un hueco en el aire que no lo llena nada”.

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