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Gobernabilidad

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

De seguro que cuando al presidente Danilo Medina se le ocurrió dejar en manos de monseñor Agripino Núñez Collado la coordinación de un diálogo con los principales sectores políticos para consensuar una Ley de Partidos y otra Electoral, básico para nuestro ordenamiento y fortalecimiento democrático, pensó en despejar de ruidos opositores el trayecto de su segundo mandato, y apostar a que en un clima de gobernabilidad derivado de esa apertura podría centrarse sin distracción en la responsabilidad de encabezar con éxito la dirección del país. Y ante el argumento reiterado de que el PLD gobernante decide y dirige todo, Medina quiso curarse en salud -y a su organización-, poniendo en manos del mediador por excelencia el proceso para coordinar las iniciativas de ley y la selección de los integrantes de la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral y la Cámara de Cuentas.

Pero, ni esto, ni el diálogo mismo -ni todo en lo que se ha complacido a la oposición, al demandar primero que se abrieran las puertas del escenario a todos los partidos, sin importar tamaño, y luego a la “apolítica” sociedad civil-, nada ha sido suficiente para satisfacer a representantes de intereses políticos, económicos y sociales que, sin haber sido refrendados por el pueblo en elecciones, quieren fijar ellos las reglas del juego y conseguir ahora, aun por encima de lo que dice la Constitución, lo que no pudieron lograr en las urnas.

Eso no es democracia ni institucionalidad. De ahí que se sospeche que mucha de esa gente que pidió ser incluida en el diálogo para luego romperlo (alguna de ella llegó a plantear que “aquí no habría gobernabilidad), en realidad se inclina por la tesis del pescador que prefiere “mar revuelto”(¿), para obtener ganancia. Por lo mismo, no extraña que quienes quieren “independientes” en el tema que nos ocupa, lo que es una utopía, tocaran las puertas de Funglode y pidieran al presidente del PLD intervenir para que se incluyera en las negociaciones a los partidos chiquitos y a la sociedad civil, y ahora quieren que el presidente Medina -que quiso la bola fuera de su cancha- intervenga para “salvar el diálogo”, dañado con su retiro y pérdida del espacio. Por su peso político, lo que se pide a Danilo es “meter la mano” en el Senado.

¡Extraño pedido!...

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