Museo de voces

Archivar la voz de los mejores locutores dominicanos no es una tarea que demande de muchos recursos ni de mucha logística. Es una iniciativa que solo precisa de sensibilidad de clase y de visión histórica. Propongo que las instituciones ligadas al arte de la comunicación hablada se motiven a conformar un museo de voces donde permanezcan para siempre la obra de los mejores locutores dominicanos.

Nos parece que todavía es posible recuperar las grabaciones dispersas que aún quedan de épocas pasadas donde la locución tenía otro estilo, otra forma y otros colores. Esa cantera de voces que presidían una época y pocos recuerdan, pero que marcaron profesionalmente a una generación. De la misma deben quedar pocas grabaciones, pero pensamos que aún sería posible su rescate y revaloración histórica.

Se trata de registrar las voces de los maestros de ceremonia, los lectores de noticias, los animadores, en fin, todo aquel que tenga como oficio hablar por radio y/o televisión con cierto nivel de decoro y prestancia.

Los cantantes y los músicos tienen en los diversos formatos de sus grabaciones la perpetuidad de su nombre y de su trabajo. El locutor, no. Nadie colecciona el trabajo de los locutores ni archiva su voz para deleitarse como cuando ponemos un CD de un cantante predilecto.

Esa es una desventaja tangible que disminuye y anula en el tiempo el trabajo de un locutor.

En este país ni siquiera los grandes de este siglo tienen constancia de sus trabajos mas estelares. Cuando desaparezcan, con ellos se irá su voz, su talento, su recuerdo, su grandeza. Esta iniciativa puede ser acogida por cualquier estación radial o televisiva que quiera ganar méritos ante esta clase, y al mismo tiempo desee desarrollar una labor de alta significación histórica.