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La fiesta de la lectura

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Margarita Cedeño De FernándezSanto Domingo

Los amantes de la lectura conocemos la extraordinaria sensación de regocijo que se obtiene, cuando llega a nuestras manos un libro ansiado o un volumen nuevo del que nos han contado maravillas, o una obra ya leída y que hay pernoctado por siempre en nosotros.

El sentimiento de manosear y de oler sus hojas -y ahora también de tocarlas en la pantalla-, usando esa maravillosa obra de Dios, que son nuestras manos, resulta indescriptible y es, sin lugar a dudas, una gran fiesta para el alma y los sentidos.

El amor por el libro y la lectura llevó al Partido de la Liberación Dominicana, en su primer gobierno, a instaurar lo que ya se ha convertido en una institución reconocida a nivel internacional: la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Esta es ya un acontecimiento obligatorio para los dominicanos y las dominicanas, que desde su primera edición en el 1997, han visto en su Feria una cita con la cultura y el conocimiento.

Una Feria del Libro, de las dimensiones de la nuestra, es propia de las grandes ciudades del mundo, y en el caso de la de Santo Domingo, se coloca como la más importante de toda Centroamérica y el Caribe, región a la que pertenecemos.

Los grandes salones de la Feria de Frankfurt, la BookExpo América de Estados Unidos, el Salon du Livre de París, la Feria Mundial de Nueva Delhi, la Feria de Tokio, la de Guadalajara, que es la más importante de América Latina, la de Buenos Aires y la de Bogotá, la de Londres y la de Madrid; han servido de inspiración a este proyecto que hoy llega a su decimonovena versión, cargada de un conjunto de interesantes actividades para el país.

Claro está, la promoción del libro y la lectura requieren de más acciones que la Feria del Libro. Se necesita que el país se convierta en una industria de la literatura, como ha sucedido en otras latitudes. En Colombia, por ejemplo, las cifras más recientes indican que se produjeron 13 mil títulos nacionales, con un total de 23 millones de impresiones, generando alrededor de 5 mil empleos en ese país.

La macroencuesta que realizó la Organización de Estados Iberoamericanos, publicada en el 2014, demostró que en toda Latinoamérica hay un mayor acceso a la oferta cultural y un deseo creciente de los ciudadanos, de obtener productos culturales de calidad. Es lo que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha llamado la Economía Naranja o la Industria de la creatividad.

El país cuenta con un marco jurídico específico para la promoción del libro y la lectura, contenido en la Ley núm. 502-08 del Libro y las Bibliotecas, donde plantea las normas y principios dirigidos a fomentar “una política integral y sostenible” para un mayor acceso al libro. Los incentivos que se plantean en esta legislación pueden y deben ser aprovechados por las editoras, para otorgar facilidades a quienes buscan del libro y la lectura.

Pero además, sirven para que la República Dominicana sea lugar idóneo para que los demás países de Centroamérica y el Caribe, produzcan desde aquí la literatura que alimenta el conocimiento de sus países.

La Encuesta Nacional de Consumo Cultural que realizó el Banco Central en el 2014, con el apoyo del Ministerio de Cultura, sirve de guía para la elaboración de las políticas públicas en el ámbito cultural, específicamente las que permiten la promoción del libro y la lectura.

En dicha Encuesta se presentó que los libros son el producto cultural más adquirido por la población, especialmente los libros vinculados al ámbito escolar, con montos que superaron los 2 mil millones de pesos, en aquel momento. Esto indica la existencia de una oportunidad económica, de manera que se genere un mayor número de obras de producción nacional, vinculados a los conocimientos requeridos por los estudiantes del siglo XXI y que puedan ser colocadas en el mercado a precios competitivos.

Pedro Güel, Rommy Morales y Tomás Peters, en su obra: “Una Canasta básica de consumo cultural para América Latina”, plantean la necesidad de un instrumento económico que sirva para reducir las inequidades culturales que existen en la región, con el objetivo de definir estándares culturales comparables para la región. Es un interesante planteamiento que se vincula a las políticas sociales y a la lucha contra la pobreza, puesto que la exclusión cultural también es un factor de vulnerabilidad para los más desposeídos, que hasta el momento la tecnología no ha podido resolver.

En definitiva, la Fiesta de la Lectura que celebra el país durante esta semana y la próxima, es un momento idóneo para reflexionar sobre la cultura, sobre el aporte a la economía que proviene de ella y sobre las políticas que debemos implementar para asegurar que siga creciendo, tanto en indicadores económicos como en indicadores sociales.

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