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Hatuey, lo otro es fruslería, nadería

Los poetas Norberto James y Andrés L. Mateo me convidaron a irme con ellos a realizar estudios especializados de literatura en un país socialista. Llené los requisitos y hasta nos despedimos del poeta René del Risco Bermúdez, en una extraña ceremonia frente al mar, donde meses después moriría este cantor del hermoso poemario, “El viento frío”. Mi familia me convenció de que me fuera a Madrid, España. Eran tiempos de una represión generalizada y de una intolerancia absoluta. El día que oficialmente Norberto y Andrés ingresaron a la Universidad de La Habana, el coordinador de la Facultad, pronunció mi nombre en voz alta. Andrés respondió, “vendrá después”.

En España mi primera búsqueda fue localizar a Hatuey Decamps, quien luego de concluir sus estudios universitarios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, iniciaba cursos de post grado. Fue así como ambos coincidimos en la Universidad Complutense de Madrid, matriculándome en la Facultad de Filosofía y Letras. Ya lo conocía bastante bien. Fueron, Antonio Abreu Flores (tonito) y Hatuey Decamps, quienes en 1971 me llevaron ante la presencia del profesor Juan Bosch, a su regreso al país. Yo apenas tenía 19 años, integrándome al Partido Revolucionario Dominicano, junto a Eligio Serrano García (Gabriel), un hermano de ideales democráticos y utopías, hoy alto dirigente del PRD. Cuando Bosch supo que yo era poeta o emborronaba versos, se encantó con mi participación en las tareas culturales y políticas del PRD, asistiendo incluso a la puesta en circulación de mi obra “Gestión de Alborada”, que había sido editada, como la mayoría de mis poemarios, por la Editora Taller, del admirado amigo José Israel Cuello. En España, Hatuey y yo intimamos nuestras visiones políticas e ideológicas sobre el futuro del PRD. Lo acompañé en todas sus actividades con personalidades y sectores de la vida española, representando siempre al profesor Juan Bosch.

En su apartamento encontré acogida, y luego que él marchó a París, me quedé residiendo en el mismo. Tuve que hacerme cargo de las “amigas” de Hatuey, es decir, me reclamaban a mí, por la dirección en París de Hatuey, y éste me había dicho, tajantemente que no diera ninguna información sobre él, ya que él había concluido sus vínculos con aquellas hermosas muchachas, con las cuales tuve yo que emplearme a fondo, para liquidar el recuerdo de mi compañero, salir con ellas, distraer aquella urgencia afectiva que no se resignaba a prescindir de Hatuey, quien siempre me dijo que no tenía ningún compromiso formal con ninguna de ellas.

Regresé posteriormente al país sin concluir los estudios de Madrid y me inscribí de inmediato en la UASD. Pensaba estudiar Letras pero estudié Ciencias Políticas y Derecho. Fue Hatuey quien evitó que yo fuera uno de los primeros circulistas del Partido de la Liberación Dominicana. A raíz de la fatal separación de Bosch y Peña Gómez, alentada por fuerzas adversarias y sobredimensionadas por la chismografía criolla, que “llevaba y traía”, agrietando las relaciones de padre e hijo de estos dos grandes líderes, el doctor Abreu Flores me buscó inmediatamente llegué al país para que me uniera a los esfuerzos de construir el PLD.

Hatuey me llevó a donde Peña Gómez y después de tres horas de discusiones en un apartamento de la calle Palo Hincado, me reintegré a la lucha política perredeísta. Luego, Hatuey me designó con la aprobación de Peña Gómez, candidato del Frente Universitario Socialista Democrático en las elecciones para elegir al secretario general de ese gremio, y con apenas dos semanas de integración, logramos posicionar al FUSD, que estaba severamente lesionado por la división del partido, y pasé a ser secretario de Prensa y propaganda de la FED y delegado al Consejo Universitario. Hatuey era el director de “Tribuna Democrática”, la voz oficial del PRD, después de la salida del inolvidable Emmanuel Espinal (Many) hacia el PLD. Un día Peña Gómez me llamó para designarme como director del escuchado programa en sustitución de Hatuey que pasaría a posiciones de mayor envergadura y responsabilidad políticas. Evidentemente que me recomendó Hatuey para que lo sustituyera.

La historia de combate y creación de conciencia ciudadana contra la represión de los doce años y por el cambio sin violencia, no puede dejar de resaltar el papel del medio de comunicación política que fue “Radio Comercial”. Recuerdo que mi apreciado don José A. Brea Peña, oía el programa todos los días, y cada vez que la “nota editorial” escrita y leída por mí se excedía en las críticas al gobierno del presidente Balaguer, me llamaba a la emisora, y me decía, “pero Tony, te estás pasando de la raya, vamos a caer presos todos y nos van a cerrar la emisora”, tal era el clima de agitación tutelada por la voz estentórea de José Francisco Peña Gómez y secundada por quien escribe.

Hatuey queda en la historia dominicana, por el cimbreante liderazgo estudiantil en la Universidad, su rol en la lucha por el medio millón al frente del Triple C Flavio Suero, sin miedo, con coraje, por el papel en la lucha por la democracia en el cambio de gobierno en 1978, siendo la cabeza visible de la comunicación política, y por su coherencia de lucha contra la reelección presidencial, en la que persistió hasta quedarse solo con sus principios que eran los de Peña Gómez. Al final la historia le dio la razón política. Estos hechos son los que perduran, los que trazan destinos. Lo otro es bagatela, greguería, error.

Hace un mes escribí en esta columna y reconocí que, quien tenía la posición correcta era él. Me llamó de inmediato y con su voz apenas perceptible me dijo: ¡De ti no podía esperar otra cosa!

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