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REFLEXIÓN DEL ALMA

Infancia paupérrima en nuestras calles

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Leonor Porcella De BreaSanto Domingo

Es tristísimo ver por las calles de Santo Domingo, niños paupérrimos sin familias pidiendo limosnas. Esa infancia tampoco sabe leer, ni escribir, porque comen hasta de los zafacones en las puertas de muchos hogares. Yo he visto a muchos niños en condiciones deplorables, y cuando salgo en mi vehículo a buscarlos se me escapan y no podemos encontrarlos. Amigos, como saben, la vida no es fácil, pero es aún peor para la infancia desposeída; considerando que no tiene ilusiones para nada, desconocedora de esa palabra. Habría que recogerlos en nuestra calles, pero para llevarlos a dónde, Dios, es que necesitamos muchos lugares donde puedan aprender, no sólo alfabetizándose con excelentes profesores, cubiertos por el Gobierno Nacional. Esos pobrecitos que vemos en medio de nuestras calles pidiendo limosnas, parten el alma, especialmente a muchos progenitores; sin embargo, entre todos los dominicanos tenemos que hacer un esfuerzo por salvar esa infancia, que pierde la inocencia porque es imposible conservarla con la clase de vidas que llevan.

Otros niños de padres muy pobrecitos, viven en chozas, y casi siempre las madres quedan solas, porque el padre parte con otra mujer, de manera que de cualquier modo es tristísimo y si lo ponemos sobre una balanza, mucho más, sin el padre sin que muera; no obstante, en esos hogares por llamarlos así mueren sin morir. Mientras los paupérrimos de las calles, no sufren ese dolor, en cambio llevan grandes ausencias en sus almas. Todo esto indica que nuestra pobreza es horrible, porque es imposible ver su final en circunstancias más que tristes.

Cuando la infancia paupérrima comienza a crecer, surge el problema mayor, porque son adultos a consecuencia de sus andanzas, a pesar de ser todavía infantes, porque no sería posible llamarlos hombres.

No podemos negar que nuestro gobierno ha hecho bastante por nuestra pobreza, como en la Barquita y otros lugares, a pesar de que no estoy hablando de áreas pobladas de gente pobre, sino de niños desposeídos de todo, hasta de amor, que es lo más importante en la vida, sobre todo de la infancia, para que no les queden traumas por tantas ausencias.

No es posible omitir las ausencias en nuestra tierra, porque es lo excesivo por doquier. Amigos, ya expresé que debemos ayudar con lo posible, para no dejarle todo al Gobierno. Ahora con razón la clase médica requiere mayor aporte por su trabajo, considerando que se ha ayudado al profesorado, pero la salud es la vida del ser humano, imposible de ignorar dejándola como en años atrás. El tiempo avanza para todos por igual; consecuentemente si hoy abogamos por la infancia tenemos la obligación con los médicos dominicanos, que son seres esclavizados salvando vidas; por ser lo más importante de la existencia.

No deseo salirme de la infancia; aunque el problema de los médicos es fortísimo y debemos todos defenderlo.

La infancia paupérrima en nuestras calles, debería siempre interesarnos por humanidad. Comprendamos que la vida se ha convertido en excesivamente difícil para todo dominicano, pero amigos tenemos que vivir; todos debemos hacer un gran esfuerzo porque en ello va la paz necesaria para que nuestra tierra evolucione para alegría de pobres y ricos. Todos somos dominicanos, necesitados de tranquilidad, para laborar como para realizar la vida tanto en chozas como en hogares. Y desde luego no he mencionado que con la existencia de paz llegarán los turistas llenando su cometido. Mientras tanto ayudemos a esa infancia ignorante que anda por nuestras calles, que no tienen ayuda, sólo los lectores humanitarios que son muchos, que Dios los inspire para lograr nuestros propósitos.

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