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FUERA DE CÁMARA

¡...El discurso!

El discurso del presidente Danilo Medina fue muy bueno: optimista, promisorio y sincero desde la perspectiva de un jefe de Estado que inicia un segundo mandato donde no puede sólo prometer sino citar logros específicos. Y fue eso lo que hizo con verdades incontrastables.

Sus palabras dejaron muchas esperanzas, específicamente en los sectores de mayor vulnerabilidad que de algún modo sienten los efectos de la política de asistencia social y que --de acuerdo al Presidente--, tendrá expresión ampliada los próximos cuatro años.

Fue un discurso inteligente, dirigido precisamente a los núcleos de la sociedad que han sustentado su popularidad y que renovaron su mandato el 15 de mayo con una votación histórica del 62 por ciento. Por eso insistió en su decisión de proteger a las clases medias productivas que cargan el mayor peso en la estructura fiscal del Estado.

Poner el pie en el acelerador de un motor que marcha a buen ritmo fue la figura utilizada por Medina para comprometer su gobierno en tareas que implican políticas públicas que aún cuando han demostrado ser efectivas, pueden mejorarse, ampliarse o renovarse en el breve plazo.

En cuanto a las próximas iniciativas, fue notorio que Danilo se empeñó en reiterar garantías de que los cambios que deberán producirse en el aparato impositivo, por ejemplo, no afectarán a los más pobres y que, por el contrario, buscarán mejorar la asistencia a las clases mas necesitadas.

La preocupación de DM No quedó duda alguna de que al Presidente lo embarga, sobre todo, una sentida preocupación social y que los cuatro años en el poder no lo han distanciado de la cruda realidad que vive la mayoría de los dominicanos. Es un aspecto trascendente, que en modo alguno puede pasarse por alto: recalca la línea maestra de una administración comprometida.

Si el discurso llenó las expectativas es harina de otro costal. Nunca la oposición reconocerá logros ni se espera lo haga. Quienes van más allá de la inmediatez, advertirán una trascendencia poco usual en discursos que podrían ser rutinarios, como es la pieza obligada en la ceremonia de investidura. De lo que se trata es, pues, no de reiterar viejas promesas o enmendar incumplimientos, sino reafirmar una filosofía de gobierno centrada en lo que debe importar: la parte más vulnerable de una sociedad escindida de acuerdo a las posibilidades económicas.

Entre líneas se atisba, además, la ambición por dejar una impronta en los próximos cuatro años, de verdaderamente hacer lo que nunca se ha hecho. En el haber presidencial cuentan ya una experiencia y un conocimiento a fondo de las cuestiones del Estado.

Impresionó a los visitantes El consenso recogido entre los asistentes a la ceremonia, sobre todo entre los extranjeros, no podría ser más favorable para Danilo Medina. Logró impresionar y no solo por su oratoria o inteligencia expositiva.

Proyectó a un estadista visionario, a un mandatario que camina un rumbo cierto. Odiosas las comparaciones, pero una mirada al entorno latinoamericano encuentra a la República Dominicana en las casillas de las excepciones...

... No ya por tasas sorprendentes de crecimiento económico, sino por su democracia madura e instituciones que funcionan. Pero también porque cuenta con un Presidente sereno, que sabe lo que tiene entre manos.

Y, sobre todo, alguien que tiene el oído, los ojos y todos los sentidos donde corresponde.

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