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Don Héctor Valdez

Danilo Medina tomará posesión mañana para un nuevo cuatrienio como Presidente de la República y en su discurso de juramentación deberá perfilar su nueva gestión gubernamental, pero la población concentra sus expectativas en los cambios que podría introducir en su gabinete… Porque se avizoran sorpresas, rostros nuevos y rotaciones en los altos cargos.

La gente quiere cambios si traen aires frescos a un gabinete que ha permanecido casi intacto por cuatro, ocho y hasta por doce años con funcionarios que no han estado a la altura de las expectativas presidenciales o mostrado incompetencia. Pero hay áreas del gobierno donde luce cuesta arriba imaginar siquiera que sus principales ejecutivos puedan ser removidos o rotados a otras posiciones.

Cualquier político desaprensivo puede hablar de remeneo y hasta pedir “que se corte mata”, pero el presidente Medina sabe bien que el éxito de su gestión --que se debe sobre todo a su liderazgo, entrega y visión de futuro--, también está ligado a la eficiencia de algunos de sus colaboradores: si obtuvo un 62 por ciento en las elecciones es porque la gente aprueba su gobierno… Y el gabinete es parte del gobierno.

Las especulaciones y conjeturas serán siempre interesantes para llenar los espacios noticiosos en esta especie de España Boba que trae aparejada cada transición de gobierno, pero la lógica indica que el Presidente --aún refrescando su equipo de colaboradores--, dejará en sus posiciones a los miembros de su orquesta que entonan perfectamente con las notas que marcan su batuta de mando.

Porque se supone que una cosa es cambiar para bien o para renovar, y otra muy distinta es inventar en áreas donde si las cosas salen mal, mandan al sumidero a toda una gestión de gobierno y causan graves daños a toda la infraestructura del Estado. Como es el caso del equipo económico y en particular de la gobernación del Banco Central.

La responsabilidad de la autoridad monetaria y financiera de un país es tarea difícil que requiere experiencia y autoridad además de conocimientos y prestigio nacional e internacional para transitar con éxito el cúmulo de dificultades que surgen en tarea de tal delicadeza… Por ejemplo, el período 2000-2004 y el pésimo manejo de la crisis financiera demostró hasta dónde las malas decisiones pueden trastornar un gobierno.

Aplicar la política monetaria en equilibrio con la política fiscal es fundamental en la buena administración de un país, lo mismo que tener control de indicadores como el tipo de cambio, los tipos de interés y la inflación para poder mantener el equilibrio macroeconómico… …Porque la certidumbre que brinda una buena gestión de la autoridad monetaria motiva la inversión y el ahorro interno y fortalece el sistema financiero nacional. Y eso lo garantiza Héctor Valdez Albizu, quien en los últimos 12 años ha sido factor fundamental en los logros económicos del país… Que no han sido pocos.

Su presencia en el Banco Central es vital para el presidente Medina como lo fue para su predecesor, Leonel Fernández, gracias a lo cual se han podido superar retos en el frente interno como en el externo de nuestra economía.

A tal punto que somos reconocidos a nivel mundial como una de las economías más estables y pujantes de la región, y somos vistos con especial interés por inversionistas que valoran positivamente nuestro desempeño en esa materia.

A todo esto debe sumarse la autoridad que ejerce Valdez Albizu ante todos los agentes que interactúan en la economía nacional… No hay un solo sector --ya sea bancario, cambiario, exportador o de cualquier naturaleza--, que no pueda ser llamado a capítulo por el actual gobernador del Banco Central cuando entiende que sus intereses coyunturales afectan las variables macroeconómicas.

Eso no se limita al plano nacional porque sus años de experiencia y el prestigio adquirido por su desempeño y sus condiciones profesionales constituyen un valor agregado cuando el país tiene que interactuar con organismos multilaterales como el Banco Mundial, el FMI, el BID, la CEPAL o la OCDE y el GAFI, así como con calificadoras de riesgo, bancos de inversión o gestores de fondos con intereses en la deuda dominicana.

“If it ain’t broken, don’t fix it” ---si no está roto, no lo arregles--, reza un dicho popular norteamericano que cobró vigencia en los años setenta del siglo pasado para sugerir que si las cosas funcionan bien no hay por qué repararlas.

Y si el presidente Medina tiene en el Banco Central a un hombre que sabe lo que hay que hacer y lo hace bien, que en lugar de problemas le ofrece soluciones… ¿Para qué ponerse a inventar si don Héctor Valdez ha dicho que aún le quedan fuerzas y energías para seguir aportando al país?

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