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ORLANDO DICE

Cabezas y sombreros

LA AFILIACIÓN.- No interesa la operación, de si buena o mala, o si la comisión fue apropiada, pues nadie puede pensar que un negocio tan grande podría volar de Brasil aquí sin pagar peaje. Y ni siquiera los personajes, sino la reacción de los agraviados o su afiliación, y no solo política o de partido, sino de grupo. Por ejemplo, la aparición tan rápida del embajador de Estados Unidos en el escenario de la Procuraduría. Comprar en Suramérica y no en Norteamérica es parte del delito. Lo del PLD no importa, porque el caso da PLD por todas partes, pero sí la propiedad de los mencionados o los sospechosos.

Quisieran cargar el muerto a Leonel Fernández, a la sazón presidente, pero cuando se averigua, se descubre más gente en el velorio. Los senadores tienen uniforme del otro equipo. Entonces Danilo Medina sale a relucir, y no por implicación directa, sino por inferencia. ¿Va a dejar que levanten un patíbulo para ahorcar o cortar cabeza a seguidores suyos? Los senadores aludidos siguen en la espesura, como si no fuera con ellos, y los abogados de los militares empiezan su tarea.

La compra y aprobación fue cosa de civiles…

TAMAÑOS Y TALLAS.- El problema de las cabezas y los sombreros es que a veces no se tienen todas las tallas, y o sobran cabezas o faltan sombreros. Lo mismo ocurre con el ovillo y el hilo. Se hala uno y la madeja corre por el piso. Los alguaciles, que tienen días trabajando y buscando pruebas, sorprendentemente van encontrando indicios de situaciones parecidas. Si no se cansan o mandan a parar la labor, el expediente de los Tucanos va a convertirse en la coneja del patio, pariendo como cosa de locos. Un expediente, otro expediente, y así, así. Por ejemplo, si la compra de los aviones no fue limpia, y hubo dinero que fue a parar a bolsillos de particulares ¿Por qué en otras operaciones no sucedió lo mismo? Que nadie se ponga nervioso, pero ¿Y los radares? ¿Y los equipos instalados en la frontera? Los Tucanos sí, pero por vía de las aeronaves podría juzgarse el elemento clave de la corrupción: Las comisiones. Lilís tenía razón. No hay forma de mover un altar sin que se caiga más de un santo.

Francisco Domínguez Brito intenta hacer su papel, y conviene alentarlo, pero su cálculo siempre se queda corto. Las consecuencias van más allá, y a ese más allá le teme mucha gente...

TRATO ESPECIAL.- La única vez que el general Pedro Rafael Peña Antonio dejó escuchar su voz, fue para demandar trato igualitario.

Pero resulta que a él no le corresponde trato igualitario, sino especial, de acuerdo a su rango y condición. Consideren la opinión de Homero Lajara Solá, quien al igual que su padre habla con papeles, aunque sin la macana:

13 de agosto, 2016. Señor periodista Orlando Gil Periódico Listín Diario SM

Apreciado Orlando: Después de saludarte, al leer tu columna de hoy sábado, la misma me motivó a hacerte unos comentarios relativos al procedimiento utilizado en la detención del pasado Ministro de Defensa y Comandante General de la Fuerza Aérea Dominicana, mayor general piloto Pedro Rafael Peña Antonio, en servicio activo, con relación a la compra de los aviones Súper Tucano.

Sin hacer juicio de valor sobre el hecho que el Ministerio Público le imputa al general, junto a otras personas, me circunscribo a la ley y al protocolo que se habían establecido para tales fines. Primeramente, para procesar un militar activo en la justicia civil, lo primero que hay que hacer es suspenderlo en funciones, y de acuerdo a lo que me han dicho, como al general Peña Antonio solo lo llamaron para interrogarlo, no para trancarlo, eso no sucedió. Todo esto me luce extraño.

En ese orden de ideas, en más de 30 años que serví a las FFAA, sobre todo como supervisor de las atenciones a oficiales generales retirados, confinados por orden del Ministerio Público en las instalaciones del hoy Ministerio de Defensa, algunos condenados y confesos, siento pesar y gran asombro por las indelicadezas acaecidas, al ver cómo se ha manejado una situación judicial que involucra al mayor general Peña Antonio, poniendo en peligro hasta su integridad física.

Recuerdo cuando en los gobierno de los presidentes Hipólito Mejía y Leonel Fernández, siendo contralmirante, me tocó ser el custodia de oficiales generales de mi mismo grado, cuando eran conducidos ante un juez, y hoy observo cómo a un oficial general activo -no condenado por un tribunal-, que ocupó las posiciones más elevadas del tren militar, lo custodiaba un personal uniformado sin jerarquía y sin entrenamiento especial, rodeado de periodistas y curiosos, como caña para el ingenio. Como no fui militar activo en la Era de Trujillo sino que pasé a retiro por propia solicitud en el gobierno del actual Presidente, me pregunto: ¿Qué sucede en realidad?

Muy atentamente, Homero Luis Lajara Solá

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