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Tiempo para el alma

“El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra”. Mt. 13: 45, 46.

Leía recientemente una historieta sobre un par de gemelos en el vientre de su madre. Uno preguntaba al otro con gran expectación: ¿Cómo será la vida después del parto? Parece un chiste y quizás los es, pero lo cierto es que nos plantea la incertidumbre de lo inexplorado y a la vez nos muestra que ese “otro mundo” desconocido puede ser real y maravilloso ¿No lo es la vida? Es lo que nos pasa con lo que viene después de este estado de materia en el que existimos ¿Cómo será el Reino de los Cielos? Jesús en el capítulo 13 del libro de Mateo usa parábola tras otra para tratar de explicar el valor incalculable del Reino de Dios. Ahora bien, lo que queda claro es que para disfrutar de él se necesita una preparación que inicia con la aceptación de Jesús como nuestro salvador y la interiorización de lo que el Espíritu Santo representa en la vida cristiana; Pablo vincula al Reino con la vida de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Y si pensamos en ese “venga a nosotros tu Reino” (Padre Nuestro), ese deseo de vivirlo debe reafirmar el compromiso de los cristianos de practicar la fe, de hacer del amor y la paz nuestro estilo de vida.

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