El suroeste ha sido, es y será
Dice un viejo refrán que para ser exitoso en los proyectos que se emprenden en la vida, hay que amar profundamente lo que se hace.
Recuerdo siendo apenas un niño cuando a mediados de los años 70 se creó una especie de lo que hoy llamamos Ongs, denominada Círculo de Nativos de la Región Suroeste de la cual mi padre, el doctor Rafael Díaz Vásquez, fue miembro fundador.
En ese entonces y pasadas las elecciones de 1978, un grupo de allegados al entonces presidente electo Antonio Guzmán Fernández, quien era un cibaeño de pura cepa, pero más que nada un hombre amante de su país, le presentaron el proyecto y la visión de aquellos suroestanos. El presidente Guzmán, como si fuese un suroestano más, hizo suyo el proyecto, y como era un hombre íntegro y de decisiones emitió un decreto creando el Instituto para el Desarrollo del Suroeste (INDESUR) y designando a mi padre, Rafael Díaz Vásquez como Director Ejecutivo, si mal no recuerdo a instancias de un grupo entre los que recuerdo a Fernando Mangual, José Rodríguez Soldevilla y Alejandro Ramírez Pérez, entre otros.
Desde entonces y haciendo uso de sus luces e inteligencia manifiesta comenzaron a dar carácter a esa institución, con el apoyo decidido de varios ministros, entre ellos, Hipólito Mejía, de Agricultura, y José Rodríguez Soldevilla, de Salud Pública, quienes eran miembros del Consejo Consultivo de la institución.
Aun en mis recuerdos borrosos veo imágenes de cómo don Antonio adoptó a mi padre y al INDESUR como proyectos suyos, no puedo decirles con honestidad que motivó esa adopción.
Recuerdo también las constantes visitas de don Antonio al desolado Suroeste, a instancias del INDESUR y de ese cibaeño Hipólito Mejía quien desde entonces ya le manifestaba aprecio y cariño sincero a mi padre.
Fueron cuatro años llenos de luces para el Suroeste y el INDESUR, con la bendición permanente del entonces obispo de Barahona, monseñor Fabio Mamerto Rivas, quien a la sazón hacía las veces de Presidente del Consejo de Consultivo de la institución. Por primera vez se tomaba en cuenta esa región con proyectos de desarrollo para las siete provincias que la componen.
En el año 1982 llega otro cibaeño santiaguero de pura cepa a la Presidencia de la Republica, el doctor Salvador Jorge Blanco, como en una especie de Tomo II, continúa la historia del INDESUR e inspirado en no sé qué, ratifica a mi padre como Director Ejecutivo del INDESUR, continúa el desarrollo del Suroeste llevándose a cabo, aunque con un impulso un poco menor, pues los miembros del gobierno de ese entonces no comulgaban mucho con el Suroeste; aun así continuaron las obras y el desarrollo, hasta un punto tal que basados en esa experiencia exitosa se creó el Instituto para el Desarrollo de la Región Noroeste (INDENOR).
Veo como en los últimos 12 años de gobierno del PLD el Suroeste ni huele ni hiede, con excepción de una que otra obra y el cierre exitoso del caso Bahía de Las Águilas.
Con los períodos dirigidos por Leonel Fernández no es de sorprenderse la dejadez con el Suroeste pues es un amante de las metrópolis, los buenos trajes y su disfrute es con la “high society” muy a pesar de sus orígenes. Los pobres solo para buscar votos.
Lo que sí me ha sorprendido es que un hombre sencillo, humano, exitoso, pero sobre todo suroestano como el presidente Danilo Medina, no haya tomado la decisión de hacer suyo el INDESUR como hicieron los presidentes cibaeños, no con un Director Ejecutivo vía satélite como el actual, dirigiendo el INDESUR desde La Capital y que ama solo un municipio de una de las 7 provincias que componen el suroeste, sino con un buen presupuesto, y con una persona que realmente ame al Suroeste completo.
¡Parafraseando uno de los múltiples discursos pronunciados por mi padre quiero recordarle al Señor Presidente que “EL SUROESTE NO ES POBRE! EN EL SUROESTE HAY POBREZA! Solo así tendrá sentido y vigencia la frase creada por mi padre y donada al INDESUR como su lema: “El suroeste ha sido es y será, sabia vital de las esencias de la Patria”.
El autor es abogado diazwabogadosconsultores