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FUERA DE CÁMARA

¡…Diálogo sí, chantaje no!

El comunicado incivil del Partido Revolucionario Moderno es el más claro indicio de que no le interesa dialogar con la mediación de Agripino Núñez Collado para establecer consenso sobre algunas iniciativas que fortalezcan la democracia, la gobernabilidad y el sistema de partidos.

Nunca ha sido distinto porque en lo único que esa organización ha mostrado coherencia ha sido precisamente en su negativa al diálogo para convenir en el fortalecimiento institucional que haga posible la convivencia armónica de los dominicanos.

Con su actitud díscola reiterada ahora, al resto de las instituciones nacionales no les queda otra alternativa que marginar a ese partido de las conversaciones y de cualquier consenso para recomponer gradualmente las altas cortes, la Junta Central Electoral y la Cámara de CuentasÖ

Ö Porque se trata de un exceso querer imponer una agenda particular en una negociación política multisectorial y exigir a quiénes convocar como condición para su participación, además de pretender anteponer sus intereses particulares a la Constitución para intervenir organismos autónomos designando a sus integrantes a partir de su conveniencia particular.

El comunicado, reiterado ayer como carta a Núñez Collado, deja en evidencia las reales intenciones del PRM que no es otra que restarle crédito a cualquier decisión de consenso para las iniciativas legales pendientes de aprobación como la ley de partidos políticos y la ley electoral.

Es en extremo petulante y chantajista --y en consecuencia inaceptable--, que ese partido exija condiciones desproporcionadas para ir a un diálogo que busca fundamentalmente armonizar intereses políticos en beneficio del bien comúnÖ

... Un cinismo risible El PRM condiciona su participación en el diálogo a estos cinco puntos básicos:

-Renovación “total y consensuada de los integrantes de la JCE y de su cuerpo técnico y administrativo;

-Renovación “completa y consensuada” de los miembros del Tribunal Superior Electoral;

-Renovación total de los miembros de la Cámara de Cuentas;

-Revisión y renovación del cuerpo directivo de las juntas electorales de los municipios; y

-Discusión y aprobación de un código electoral que incluya una nueva ley electoral, una ley de partidos y agrupaciones políticas y la ley de garantías electorales.

El colmo de su petulancia y de su cinismo y cretinismo político, está contenido en el siguiente párrafo:

“(Ö) Tal y como lo explicáramos en un encuentro reciente, nuestra participación en el diálogo sería exclusivamente sobre los puntos arriba indicados y en el mismo orden”.

O sea, un partido que obtuvo menos del 35 por ciento en las elecciones pasadas considera que tiene el derecho de imponer no sólo la agenda a discutir con el gobierno, el resto del liderazgo político, económico, social y religioso, sino también decidir cómo y cuándo hacerloÖ Es el colmo de la arrogancia.

Deja un solo camino... Sigue siendo una aberración pretender suplantar las instituciones para trazar pautas, imponer leyes y recomponer órganos públicos a partir de los intereses coyunturales de agrupamientos políticos, pero siempre será saludable cualquier esfuerzo para establecer consensos por la gobernabilidad.

Ese esfuerzo, sin embargo, no puede confundirse con debilidad de las autoridades para que grupos minoritarios derrotados en las elecciones quieran aprovecharse para ganar espacios en base al chantaje, y menos aún para dar la impresión de que se trata de la solución a una crisis que no existe.

Peor todavía: que busquen asaltar instituciones fundamentales para la democracia como la Junta Central Electoral.

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