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PLD, ¿una organización sin norte ideológico?

La aprobación del Código Penal y todo el zigzagueo que vino dando desde el acogimiento en esta última modificación, pone de relieve que en el marco de las negociaciones sobre la cuestión del aborto los sectores conservadores pudieron imponer sus posiciones, ancladas en dogmas medievales que se contraponen a la ciencia y violan derechos de una sociedad universal que procura dar al Hombre más libertad de elección, siempre que ésta no lastime al resto de los ciudadanos.

La aprobación, para que fuera un hecho consumado debió contar con el respaldo de los legisladores del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, que cuenta con una mayoría, imposible de franquear por más alianzas y presiones de sectores de la sociedad que reciba; esto, por supuesto, ocurriría si la formación política contara con homogeneidad ideológica, aquella que nació con sus principios fundacionales, en armonía siempre con una visión de la sociedad y el mundo, basada en el progreso Humano, idea que no puede estar divorciada de la ética en la práctica política.

Si es cierto que los partidos políticos, vistos desde una óptica moderna, sin el sesgo clasista de las formaciones conocidas en el siglo XIX y XX, esto es, comprendidos desde la realidad que los convierten en canales indispensables de los diferentes sectores de la sociedad para procurar la atención del Estado, también es cierto que independientemente del amalgama de clases y de sectores de clase que convergen en este tipo de organización, ellas no pueden considerarse como tales sin tener una ideología, que es lo que las obliga a asumir posiciones definidas sobre cualquier tema.

Y es que, para que un partido político exista, tiene que estar dotado de cuatro elementos que le son indispensables: Una ideología, un programa de gobierno, larga permanencia en el tiempo y presencia nacional. El programa de gobierno debe estar en armonía con la ideología que sustenta la organización, porque de no ser así, las contradicciones entre un asunto y otro laceran su identidad, lo que a su vez erosiona su credibilidad y pone en riesgo, con el tiempo, hasta su propia existencia.

¥¥El fin de La Historia¥¥ para Francis Fukuyama, implicaba el fin de las ideas. Pero como La Historia sigue el curso del movimiento dialéctico de la Humanidad, y quizá acabe cuando ésta desaparezca, las sociedades humanas continuarán moviéndose en torno a la vida que genera acontecimientos políticos, económicos, culturales, científicos; en fin, hechos que deberán gestionarse desde puntos de miras distintos, dependiendo de a qué interés o valores se responda. En este punto se generan las ideas que conforman el cuerpo ideológico de cualquier entidad.

Cuando en un partido no existe una visión del mundo, un ángulo desde el que se le pueda ver, desde el que se le pueda interpretar y administrar, más que una formación política, estamos en presencia de un conglomerado humano que puede andar en cualquier dirección, o lo que es peor, en varias direcciones a la vez, sin un objetivo definido que le dé sentido de cuerpo, como ocurre en la mayoría de las organizaciones políticas de República Dominicana, incluyendo al otrora disciplinado, formado e ideologizado PLD, que anda sin brújula ni norte, construyendo su babel.

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