Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

¡No más remedios, cura!

La página oficial de Univisión del domingo 12 de junio decía: “Ola de violencia en República Dominicana; días antes una dirigente empresarial declaró a la prensa que “prevée un colapso económico en la R. D. y de colofón, que el Banco de Reservas tiene un desencaje profundo”. Sin embargo, no es de rigurosa observación advertir que estas declaraciones lucen propias del alarmismo social. Fomentar una estrategia de miedo y desánimo. Han hecho de esto toda una legitimidad.

Sin contundente objeción el Banco Central nos dice que el crecimiento de la economía implica validación por todos los sectores y no para satisfacer intereses de grupo de amigos, y ha sido reconocido por organismos internacionales. Un funcionario tan experimentado como Valdez Albizu, con suprema competencia y con descomunal ejercicio de responsabilidad financiera en su oficio de Gobernador, ha demostrado no ser un partidario de la autocomplacencia para justificar el puesto. Obsérvese que ni siquiera quiso estacionalizar los datos por las elecciones, pienso que por el contrario desestacionalizó la información de la economía en el mes de mayo que correspondía analizar el cuatrimestre enero-abril y lo hizo en junio.

Ahora, ¿qué ve como un improvisado cambio parcial o total que dé al traste con todo el sistema la dirigente empresarial?: su propio problema de una industria manufacturera local decadente, como ha sido expuesto en otros escenarios por empresarios de la misma Asociación. Es una decisión escandalosa y hasta abusiva para el conjunto de la sociedad introducir el debate en un panorama necesitado de la comprensión, y que ordene lo que el capricho y el olvido de sucesivos gobiernos (incluyendo el actual) han ido dejando de atender. Cabe la esperanza que los males que afectan unos sectores tan importantes sean corregidos o ayudados a corregir sobre la base de un mayor criterio y no la declaración atropellada, promovida desde la AIRD que es un paso atrás sólo atribuible a las presiones de algún grupo empresarial, típico ejemplo de rancio clientelismo en el país cuando se encaminan reformas inminentes. Creo irresponsable acometer con declaraciones tan poco juiciosas en un momento que habría que anteponer los prejuicios y las ventajas de sectores productivos.

Tampoco el “amiguismo o el ventajismo” estatal puede ser motivo para definir políticas públicas. Es decir, resulta ridículo pensar así, pensar que declaraciones tan altisonantes y exclamatorias pueden despertar entusiasmo en una sociedad que sigue impactada políticamente, con muchas frustraciones del cómputo y el resultado electoral, muy diferente a la audiencia empresarial que sí le agraden si se tiene en cuenta cuán preocupados pueden estar por una reforma que implique cambios profundos en el gasto tributario. No se puede particularizar el problema y hay que abordarlo en conjunto.

Se sabe del sacrificio fiscal del Estado en donde se han modificado hasta las instituciones para alcanzar modelos productivos que han generado incentivos dizque para diversificar, reducir importaciones, generar divisas, etc., y pocas veces el Estado haciendo esto ha recibido como respuesta predicar con el ejemplo por el sector privado, que en muchas ocasiones utiliza este argumento para la evasión perjudicando el Estado que ha llegado a facilitar hasta el crédito blando, el apoyo tecnológico y humano, y mejoras en la productividad de las administraciones públicas, que permiten, entre otras cosas, agilizar los procedimientos para la creación de empresas o para sus procesos de producción y mercadeo.

Por tanto, hay que salir ya del tiro y afloja entre el gasto fiscal y el pagano despilfarro oficial. Hay que provocar la ruptura con un empresariado obsoleto, provinciano y estancado, anudado al clientelismo político y no a las buenas prácticas; pero el Gobierno debe patrocinar el ajuste de su gasto.

Sería más saludable entrar en una etapa de entendimiento con la conducción del Ejecutivo por un partido que no tiene excusas para huir a las voluntades políticas necesarias para borrar de nuestras mentes la legítima sospecha de que nueva vez vamos a tener una mayoría de los poderes públicos para entretener. No podemos darle fuerza a la tradicional impostura de la mercadotecnia política, que es la costumbre del populismo y el clientelismo político dominicano. ¡No más remedio, cura!.

Tags relacionados