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EL BULEVAR DE LA VIDA

La difícil tarea de argumentar contra el éxito

CRUZANDO EL JORDÁN. En un bulevar escrito en junio de 2014 en esta misma casa, se quejaba uno de lo difícil que resulta argumentar contra el éxito. Y lo hacía pensando en ese PLD que un día decidió echar a un lado “círculos de estudios” y “esfuerzos concentrados” para dedicarse a ganar elecciones, a hacer “lo que se tuviera que hacer” para lograrlo. El proceso se aceleró en la campaña electoral de 1996, con un diplomado de urgencia en un “parte atrás” de la avenida Máximo Gómez 25, pero para las elecciones del 2000 la maquinaria clientelar morada no había aún “unificado criterios” al respeto, no estaba aun debidamente aceitada, y además, el país le debía al Dr. Peña Gómez el homenaje de una victoria de su partido... y así ocurrió. A partir de 2004, padecida con creces la amargura de cuatro años de una oposición que como la vejez se siente larga y es dolorosa, nunca más volvería la maquinaria morada a perder unas elecciones: El Rubicón se había cruzado. La real-politik había ganado y con El Puma, en Kanta-Bar, ella interpretaba su canción: “Atrévete, crucemos el Jordán, que la vida es solo un sueño y el amor se va”.

“QUE LUCHE JACK VENENO”. Para 2004, el PLD había aprendido y perfeccionado el mambo con el que se ganan las elecciones en un país con un electorado con las características del nuestro, oiga Usted, “el pueblo quiere lucha, que luche Jack Veneno”. El pragmatismo clientelar había presentado sus más útiles credenciales en el PLD y echado en el saco del olvido las boschistas prácticas de la formación política, la disciplina, ejemplar comportamiento y otros versos en desuso. Pasaron los años, llegaron más victorias, y de ser un partido de cuadros, debates y otras esencias, el PLD ha terminado convertido en una implacable maquinaria electoral que cada cuatro años, o antes según el caso, se reúne en torno al Comité Político, vuelve a enterrar a Bosch después de muerto, le reza un Padre Nuestro de homenaje al doctor Balaguer y ¡Zas! se lanza a las calles a hacer lo que se tenga que hacer, ya dije, que al fin, la historia la escriben los vencedores, con la mala leche de que sólo la leen los que perdieron y a veces ni ellos, en un país donde gente con maestría, english y diez años de visado gringo dice “habemos”.

“HASTA CUÁNDO TE ESTARÉ ESPERANDO...” Así llegó el 2016, y otra vez la maquinaria morada se lanzó a las bullosas e inseguras calles del país a buscar votos a cualquier precio y de cualquier manera, a neutralizar a sus adversarios, e incluso a influir en la selección de sus contrincantes, ¡que son terribles los señores! ¿Hasta dónde y hasta cuándo funcionará este pragmatismo de puta madre, esta metodología neo-balaguerista basada en la demoscopia y sus mandatos, que con inusual talento combina lo análogo de una repartidera de cajas a los pobres, con lo digital de un discurso teorético-conceptual que supera a Gidenns y a Touraine, sin sonrojarse? Dios en su sabiduría absoluta y la María Magdalena en su ternura de domingos por la tarde lo sabrán.

EN PLAN SHAKIRA. El gran mérito (¿o la condena?) del PLD es haber aprendido “cómo le entra el agua al coco” y descubierto que primero fue el huevo y después la gallina. Sólo que ahora, sin oposición real, parece decidido a ser la oposición de sí mismo, como si un PRD años 80 en pleno siglo XXI... fuera. Uno les dice cosas, les sugiere lecturas, cita a Martín Fierro, los invita a escuchar a Víctor Víctor en Lucia 203 preguntarle algo a La Brisa de la Tarde, “al astro que alumbró nuestro delirio”, a darse a Sanz en el Palacio de los Deportes, disfrutar de Sergio en El Bar de los Espejos, pero nada; en plan Shakira, ciegos, mudos, sordos, los muy señores ni oyen ni escuchan ni responden. Acaban de obtener su sexta victoria con 62 por ciento de los votos, más el control del Congreso. ¡Joder! Así, qué difícil resulta esto de argumentar contra el éxito.

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